Es difícil creer en quienes niegan hechos evidentes. Disfrazar la adjudicación de Juan Elias Campos como funcionario, porque no nos engañemos, fue una adjudicación, como un acto impoluto, dejó en evidencia a Cristina Maestre en el Pleno Municipal de Octubre. Y no porque no se ajustase a la legalidad, que eso nadie lo cuestiona, sino porque no querer explicar el procedimiento previo es intentar negar lo evidente, y es que hay una contratación previa, a dedo, concreta, perfilada políticamente, en función de una trayectoria previa, sin ningún tipo de concurso de méritos previos abierto, en igualdad de condiciones, a cualquiera que pudiera optar. Y esto hay que decirlo.
Sí, hay que advertirlo porque, independientemente de sus cualidades profesionales, aquella designación inicial tuvo todas las condiciones de cargo de confianza, elegido por ser él y no otro. Y lo que siguió unos años después, por legal que fuera, no fue otra cosa que un concurso-oposición perfilado en el que partía con clara ventaja por los servicios prestados y que hacía casi imposible la opción de competir a otros posibles aspirantes. Es más, para la opinión pública fue un premio otorgado por sus contratadores iniciales y revestido de toda la legalidad que daba ese formato de concurso-oposición tan empleado por los distintos equipos de gobierno daimieleños.
¿Podemos discutir ahora su condición de funcionario? ¡Por supuesto que no! Ahora bien, resulta mucho más discutible que para un cargo de confianza vinculado a quien le eligió directamente se sacase un concurso-oposición para arle esa condición funcionarial tan estridente. Los cargos de confianza, y eso estoy con Leo y espero que no caiga luego en el error de repetir la maniobra de otros alcaldes anteriores, deben cesar siempre cuando se van quienes les colocó allí. Y las oposiciones siempre debieran ser abiertas, universales, para que todos puedan optar en igualdad de condiciones y la diferencia sólo estribe en su capacidad personal, la superación de las pruebas y la mejor preparación para afrontarlas.
No se trata de no criticar la forma de nombrar al asesor y coordinador de medios que ha hecho el PP en Daimiel pero que Cristina Maestre intentase defender el de Juan Elías como el paradigma de la higiene política y procedimental tampoco cuela y negar una evidencia como ésta es un ejercicio evidente de cinismo e hipocresía.
