Anchuras, ese pequeño pueblo de Ciudad Real pero enquistado entre las provincias de Toledo y Badajoz, como si fuera un hijo balduendo al que se quiere poco, es un sitio de gentes admirables que ya han dado muestra de carácter y arrojo para combatir contra las decisiones políticas que toman aquella zona, el Rincón de las Anchuras, como lugar de sus desmanes.
Si en 1998 Felipe González y Narcís Serra, de la mano de Bono, se acordaron de ese territorio marginal para montar un campo de tiro innecesario, y que gracias a la cruzada formidable de sus vecinos, las plataformas ecologistas y los movimientos contra su instalación en Cabañeros, amén de la colaboración de algunos medios de prensa y los, a veces, denostado cantautores, lograron evitar aquel sinsentido, ahora Cospedal pretende enajenar, poner en venta, gran parte de sus montes públicos con la única intención recaudatoria que rige su infame gestión a pachas con los continuos recortes. Y la verdad, espero de los vecinos de Anchuras otra nueva prueba de su grandeza para arrostrar esta nueva cruzada contra otra decisión injusta, arbitraria, asocial, abusiva, que ha convertido Castilla-La Mancha en un mercadillo de privatizaciones que sólo trasvasa activos para engordar a unos pocos.
Ya he contado que viví aquella primera cruzada contra el Campo de Tiro en primera persona, trabajando allí como maestro los cursos 1996-97 y 1998-99. Mi día a día convivía con gente como Santiago, Abel, Lolita, tantos otros, arietes de aquella cruzada contra una decisión que era vendida, como en todo engaño, como un maná para la localidad. Recuerdo bien que como en otros engaños (aeropuerto de C-Real, Reino de Don Quijote, ahora Eurovegas) también quisieron regalarles los oídos con nosecuantos puestos de trabajo, inversiones y toda esa mierda tramposa. Hasta a Santiago, alcalde entonces y ahora, lo subieron a un helicóptero para llevarlo, en directo, al despacho del ministro creyendo que con aquel despliegue abrumarían al palurdo anchureño. Es lo que pasa cuando los ministros creen que vivir en pueblos pequeños o vivir de la agricultura te convierte en en un ignorante. Pero Santiago, muy joven entonces, tenía la cabeza bien amueblada y aquel numerito aéreo no le quitó claridad de ideas y le convenció de que merecía la pena abanderar aquella cruzada contra las pretensiones de Defensa. Y desde aquel momento ganó, además de mi amistad, que ya la tenía y de la que yo disfrutaba, mi admiración hacia él y hacia todas aquellas personas que contribuyeron a hacer posible doblar la voluntad del gobierno español y hacerle retirar, finalmente, esa intención de convertir el maravilloso espacio anchureño, donde he visto cigüeñas negras y toda clase de rapaces, donde he cruzado venados, jabalíes, corzos circulando por sus sinuosas carreteras, donde me he bañado en el Estenilla y sus pozas.
Ahora toca esta nueva cruzada contra el expolio de monte público que está urdiendo el gobierno regional no sólo contra los anchureños sino contra todos los ciudadanos de la comunidad autónoma desposeyendo de recursos para pasarlos a manos privadas. Y desde aquí, ya digo, apoyaré con todas mis fuerzas esa lucha para que Anchuras, mi pueblo durante dos años y hacia el que me siento muy ligado desde entonces, como a su anejo Gamonoso, venza en esta nueva cruzada legítima contra el disparate, otro más, que buscando dinero rápido y favores, nos irá empobreciendo cada vez más.
¡Ánimo, Anchuras, se pudo una vez y se podrá nuevamente porque la razón está de parte de los anchureños y no de los expoliadores públicos!
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