La decisión que quitar una unidad al CEIP Infante Don Felipe es, inicialmente, administrativa. Digo inicialmente porque a nadie se le escapa que forma parte de una ola de recortes que se agarra por los pelos a una circunstancia puntual para eliminar esa línea y pretender poner un parche tramposo, y eso proviene de una decisión política.
Dicho esto es necesario precisar que una politización de este asunto corre el riesgo de desvirtuar la realidad y las necesidades de este grupo de alumnos no solo ahora sino en los próximos años. Y entiendo por politización el uso que se pretenda hacer desde los partidos y que podrían esconder otros intereses que los de los propios alumnos, sus familias y sus profesores. Y estos, y no otros, son los que de verdad preocupan a los miembros de la comunidad educativa de este colegio y que pasan por lograr para los niños de tres años, pero también para el resto de alumnos de Infantil, un recurso que creemos necesario y que nos han quitado, porque no nos engañemos, además de una unidad nos han quitado el apoyo que otros alumnos de esa etapa deberían tener y que necesitan y que no es posible al llevar adelante este agrupamiento flexible que monopoliza la atención de la profesora de apoyo, una profesional que no se nos regala sino que nos corresponde en función de la ratio media de alumnos de nuestro colegio en esta etapa educativa.
Pero resulta que no somos números, que tras esos veintiocho alumnos hay personas, algunas con necesidades importantes que exceden la simple cuantificación, porque sus vidas acompañan una atención, ayuda o riesgo, según cada caso, que no puede ser reducida a la simple y fría cifra administrativa, y mucho menos tras la argucia de poner y luego quitar a una alumna, finalmente escolarizada en nuestro colegio tras presentar la familia recurso, para no alcanzar esos veintiocho alumnos que ellos mismos fijaron en sus intrucciones para mantener la doble línea y cuando hasta la fría cifra jugaba a nuestro favor.
Nosotros, como docentes, no hablaremos de hacinamiento porque no consentiríamos nunca que, pudiendo evitarlo, estuvieran esos veintiocho niños en una sola clase. Hablamos de lo que es justo para ellos y también de lo que es ineludible para atenderlos adecuadamente teniendo muy presente esas necesidades que presentan cada uno de ellos y especialmente en aquellos casos que señalamos como muy significados.
Los padres han tomado una decisión complicada, dura, que no es del gusto de nadie pero que estiman imprescindible cuando otras vías se agotan. El claustro de este colegio también ha decidido visibilizar una situación que no comparten porque va en detrimento de nuestros alumnos. Unos y otros, padres y profesores, buscamos lo mejor para ellos aunque eso nos lleve a esta manifestación pública realizada hoy u otras que sigan produciéndose en los próximos días, apelando al sentido común y la sensibilidad de la administración educativa, y que no tiene intención alguna de politizar nada sino de resolver un problema educativo surgido con nuestros hijos y alumnos.
No, no somos números. Queremos ser el esfuerzo que logre una solución adecuada. Deseamos que nuestros alumnos de tres años tengan las condiciones más favorables para su vida escolar pero también que la tengan el resto de compañeros con los recursos que merecen. Y no hay más.
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