Visto un pleno y casi vistos todos. Otra vez el rodillo popular, otra vez seguidismo del PP a las instrucciones de papá partido, otra vez la herencia recibida, otra vez sí a lo mío y no a lo de los demás. Ahora les toca a ellos y hacen exactamente lo mismo que hacía el PSOE, en cuanto a rodillo, seguidismo y sí a lo mío y no a los de los demás, y en los primeros años de mandato también la herencia recibida, entonces de la gestión de Apolonio.
¿Los argumentos? Peregrinos, previsibles, evasivos, pero de estos, aquellos y los de más allá. Mucho alarde de bondad en la labor propia y mucho alarde de incompetencia en los demás. Yo hice, yo presenté, yo hago, tú no presentaste, y multitud de cifras que cada grupo saca y maneja según conveniencia.
¿Las estrategias? Idénticas en los dos grupos que gobernaron, administrar el último turno de intervención para evitar la réplica e IU como el tío del mazo dando a diestro y siniestro.
¿El interés? No se sabe porque los intereses de los ciudadanos parecen quedar solapados tras los intereses partidistas o, directamente, sucumben a ellos, pues parece que importa más dilucidar intencionalidades políticas o votar las mociones en función de estas que apostar por acuerdos para resolver los problemas de los daimieleños.
Hoy, nuevamente, estaba claro, SÍ para una posible privatización, NO para una comparecencia incómoda, NO para un plan local sobre un tema tan sensible como los desahucios, NO a propuestas urgentes para paliar la pobreza y la exclusión social. Nada de salirse del guión archisabido.
Sí, definitivamente andamos metidos en un bucle en el que los que gobiernan olvidan lo que votaron cuando no gobernaban, los que gobernaron olvidan lo que votaron cuando sí gobernaban, IU recuerdan lo que votaron o no votaron unos y otros en cada situación y nos quedamos con la sensación de que todo es relativo y la coherencia una especie a extinguir.
Y todo, también como siempre, con intervenciones pegadas a la lectura de un papel, y con la sensación, también como siempre, de que los técnicos del Ayuntamiento hacen horas extras para buscarles datos con que llenar esos papeles. Da igual 1991 que 2012, lo dicho, es un puñetero bucle donde el único cambio es el color del que gobierna y del que apenas nos sacan los ruegos y preguntas finales, y no siempre.
Y hasta el próximo pleno, otro previsible déjà vu.
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