Estoy dispuesto a aguantar otra tanda de acusaciones de posibles neurosis, obsesiones, fijaciones y otras variantes
psiquiátricas con las que me regalan los acérrimos de Cristina cada vez que hablo de ella pero es que lo suyo es muy fuerte. Le preguntaré a ese psiquiatra que tanto me recomiendas en sus comentarios si lo suyo, eso de la amnesia política o el vale todo para hacer oposición, es un rasgo de carácter o entra en su campo porque leyendo el último párrafo de la rueda de prensa referente al colegio San Isidro uno ya no sabe si es que de verdad existe un proceso amnésico que le ha hecho olvidar el papel del Equipo de Gobierno de las dos anteriores
legislaturas, y de los que formaba parte, o es que hacer política consiste en mostrar esa falta de memoria y la impostura correspondiente para que se pueda tener el desparpajo, y sin rubor, de decir lo dicho:
"También hacía referencia a la paralización del proyecto del nuevo colegio de San Isidro y pedía a el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra que exija a la presidenta de Castilla-La Mancha que cumpla con este compromiso ya que "no es una cuestión política, es una cuestión de los ciudadanos de Daimiel" y continuaba diciendo que "serán ellos los que pasen a la historia como el partido político que impidió que el barrio de San Isidro disfrutara de su colegio"."Puedo estar de acuerdo en que, al menos aparentemente, el Equipo de Gobierno actual parece mostrarse
complaciente con la explicación de la Junta en vez de
posicionarse beligerante ante la decisión de posponer, que no impedir, ese proyecto más que necesario. Creo que el alcalde de Daimiel debería tener una posición de fuerza mayor ante una demanda de tantos años. Pero de ahí a que la concejal socialista nos suelte semejante frase final haciendo tabla rasa y olvidando el papelón jugado por los dos Equipos de Gobierno anteriores a éste y que tuvieron mucho que ver, por diversas circunstancias, para que ese futuro colegio se haya quedado colgado en vez de estar ya en pleno
funcionamiento de haber sido diligentes va un largo trecho y es muestra de una impostura política digna de toda crítica.
He conocido, por compañeros, muchas de las circunstancias que han marcado el devenir del nuevo San Isidro y ninguna de las administraciones, tampoco la local, salen demasiado airosas en cuanto a diligencia y esfuerzo, coincidiendo en que entre unos y otros, amén de alguna circunstancia
exógena, propiciaron los retrasos que al final, y sin contar los actuales, han dejado ese nuevo centro en una espera inaceptable. Y eso significa que por coherencia y dignidad alguien implicado en esos procesos debiera dejar la carga demagógica y plantear de otra forma la crítica. Pero claro, en esta política bastarda, de derechas, de izquierdas, de centro, parece ser aceptable todo, y al que no está de acuerdo lo mandan al psiquiatra por si les hace reflexionar o les descubre en el renuncio. ¿Cómo no vamos a creer en la degradación de la vida política si ni tan siquiera son capaces de asumir su parte proporcional en cada asunto?
Y ahora...
pastillita y a olvidar, por salud.
*