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domingo, 31 de enero de 2016

ESTAR DONDE NO SE QUIERE ESTAR (Página nº 3462)

Vivimos en España, vivimos donde se supone que nadie está contra su voluntad allí donde no desea estar salvo que lo esté forzada por una de esas mafias que trafican con personas para explotarlas sexual, laboralmente o para la mendicidad y, por tanto, hablaríamos de organizaciones criminales perseguidas por la ley. Fuera de ese contexto realmente no es fácil entender retenciones de ese tipo y es más probable que se den casos en los que uno no quisiera estar en un lugar pero ha de estarlo mientras no encuentra una alternativa real para escapar de un lugar inhóspito para ellos.

Por eso me ha llamado mucho la atención esa noticia de las tres monjas de origen hindú que, al parecer, se encontraban retenidas, contra su voluntad, en el convento de las Madres Mercedarias de Santiago de Compostela y que hicieron intervenir a la jueza que, en su auto, dice que vivían en condiciones casi de esclavitud y eran retenidas allí bajo engaños y amenazas. Y me llama la atención porque los valores doctrinales en los conventos hablan de vocación, sacrificio, entrega, generosidad y en ningún caso de coadyuvar a la retención ilegal y contra la voluntad de las personas o hacer del engaño o la amenaza ese arma efectivo de retención.


Llevamos ya cerca de cuarenta años de democracia, de Constitución, pero socialmente no hemos terminado de entender ciertas cosas. Podemos entender esa lucha contra las mafias que trafican con personas fijada en esa idea preconcebida que señala a los malos, a toda esa escoria social de fácil crecimiento y gran alcance que, poco a poco, se va desarticulando, pero nos es muy difícil focalizar otros comportamientos reprobables cuando provienen de quienes debieran ser los buenos y hasta tendemos a la condescendencia, la disculpa o la explicación. Nos pasa con la corrupción, tendiendo a velarla con la corrupción de otros, o con este comportamiento de una institución como la Iglesia cuando asoman casos de abusos a menores o secuestros propendiendo a despacharlos como casos aislados, colocando el punto crítico sobre las víctimas o intentando que nada salpique a la institución pese a no haber hecho nada por dar respuesta cuando algún caso trascendió.

No es que la Iglesia sea condenable, al menos cuando de verdad ignoraba los hechos, pero tampoco hay que escudarse en la labor pastoral que realizan para minimizar comportamientos quizá individuales que exigirían menos complacencia y más radicalidad. Pero el prejuicio siempre prevalecerá y hasta condicionará lo que acontezca a continuación porque en ninguna de las noticias se cuenta que, tras la denuncia, se haya actuado contra la persona que supuestamente engañaba, amenazaba y retenía a las tres monjas contra su voluntad. Curiosamente parece existir el delito pero nada da cuenta de que la persona que lo cometía, perfectamente identificada, tema por sus acciones.

En cualquier caso es triste que, a estas alturas, todavía pueda haber personas obligadas a permanecer donde no quieren estar contra sus deseos y su libertad. Ese es el verdadero problema, que se den condiciones aún para que tal cosa sea posible, sea el ámbito que sea.

Enlace:



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lunes, 2 de febrero de 2015

ARGUMENTOS SEGÚN CONVIENEN NO PUEDEN SER TOMADOS EN SERIO (Páginaº 2394)

En la moción de IU sobre la llamada "Ley Mordaza" me ha llamado la atención el arranque de Mª Dolores justificando esta nueva ley porque la anterior lleva 23 años y es necesario cambiarla para dar respuesta a la nueva realidad.

¿Y por qué me ha llamado la atención si tiene su lógica?

Porque el Partido Popular huye de este razonamiento cuando otros piden una reforma de la Constitución, una carta magna que tiene no 23 sino que va para 37 años y a la que se pide que cambios para dar respuesta a la nueva realidad.

Pues bien, el mismo argumento se defiende o se ataca según conveniencia aunque puedan asistir las mismas razones para reformar una ley o modificar una constitución que ni son atemporales ni intocables sino que han de resultar vivas y revisarse cuando la realidad demuestra que comienzan a mostrar carencias para dar respuestas a las nuevas realidades.

Yo estoy de acuerdo en cambiar esa ley de Seguridad Ciudadana pero no la forma en la que se quiere pasar de aquella ley bautizada como "de la patada en la puerta" a esta ley "mordaza" aún más restrictiva. Y estoy de acuerdo en darle una vuelta a la Constitución Española, muy útil en su momento pero a la que la realidad y los años no han sentado nada bien.

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miércoles, 3 de diciembre de 2014

TODOS LOS TÓPICOS EN SU INTERVENCIÓN (Página nº 2815)

Siento no poder transcribir la intervención del alcalde para cerrar el debate sobre la moción de Izquierda Unida pero oyéndola en directo me pareció que no tuvo reparo en utilizar todos los tópicos posibles entre los que se emplean para negarse en redondo a cualquier cambio en la Constitución, como si el solo hecho de tocarla fuera el acto más descabellado e innecesario del mundo mundial. No sé si será ya deformación o qué, ya que nuestro alcalde suele ser muy tendente a defender acérrimamente sus posiciones con una serie de frases hechas y tópicos para la ocasión, como si de un discurso aprendido y no propio se tratara, pero es que era imposible sustraerse a tanto lugar común absolutamente conservador e inmovilista.

Ciertamente estar a favor de reformar la Constitución, poco, mucho o toda, como posicionarse para que se la deje tal cual merece todos los respetos, pero entiendo que para argumentar en uno u otro sentido cabe mucho más que ese recurso a lo manido, a los topicazos que nos hace parecer que estamos leyendo un artículo cientos de veces escrito que la opinión personal de un primer edil con pensamiento propio.

Es evidente que yo estoy por una modificación de la Constitución que no veo nada traumática. La perspectiva de estas décadas dejan bastante a las claras los aciertos, pero también los errores, de aquella carta magna pergeñada para contentar a todos pero que, con el paso del tiempo, va quedando anticuada y mostrando carencias y disfunciones que toca, inevitablemente, solucionar ante el riesgo de que termine siendo más que un garante un obstáculo para seguir progresando. Hay demasiados aspectos que, hoy en día, se presentan como una rémora y las reformas constitucionales son, deben ser, el pan nuestro de cada día cuando lo que se pretende es que sea un marco legal válido, adecuado a las nuevas situaciones. Y no hablo del debate de monarquía o república al que aludió, entre otras cosas, Galo, sino que hablo de otros aspectos superados ya o de la modificación de artículos que muchos ponen en cuestión.

Los cambios, claro, han de hacerse por consenso, abriéndolos a la sociedad. No se trata de cargarse la Constitución y hacer otra, que sería una posibilidad más pero no obligada, sino de adecuar la Constitución vigente con aquellas aportaciones que la enriquezcan y la mejoren, que lo necesita.

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jueves, 2 de octubre de 2014

LA SUEGRA DEL ESTADO (Página nº 2709)

"El chaval tiene razón -convino Ampelio-. Ahora la Iglesia se ha convertido en la suegra del Estado. En cuanto sale una ley, se ponen a alborotar. Esto siempre se ha hecho así, esto no se hace, eso otro tampoco. En cuanto haces algo por tu cuenta, es pecado"

El fragmento es de una novela italiana reciente, la tercera con protagonismo de un matemático metido a camarero que resuelve algunos crímenes ayudado por un grupo de octogenarios habituales del Bar Lume, y que se titula "El rey de los juegos"

Nunca había leído ni escuchado llamar a la Iglesia así, la suegra del Estado, pero lo cierto es que en España, como en Italia, su influencia e intervencionismo hacen que cuadre bastante con ese tópico de la suegra que no siendo nada riguroso sí que tiene aún bastante de realidad.

Vivimos en un Estado definido como aconfesional, con una Constitución que consagra esta idea, pero pasados los años ese matrimonio Estado-Laicismo suele tener en nuestro país la constante intromisión de las suegras, la principal de ellas la iglesia católica, simplemente porque la pareja de casados no ha sabido poner en su sitio a esa figura familiar que siempre quiere intervenir en decisiones que no son suyas ni le corresponden, por más que no siempre sean desacertadas.

Lo cierto es que a estas alturas, cuando el matrimonio ya camina hacia su cuarenta aniversario, seguimos asistiendo a distorsiones como que se juren cargos públicos ante la biblia o el crucifijo, que éste siga presente en aulas o despachos públicos o que la iglesia pretenda orientar la forma de hacer política y condicionarla. Y es que los matrimonios de tres casi nunca funcionan y si la suegra no sabe ocupar su justo lugar convendría que el matrimonio sí supiera hacerlo por el bien de su coherencia, que es evidente que no necesitan para nada su tutelaje.

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miércoles, 16 de julio de 2014

"LOS CATÓLICOS ESTAMOS SIENDO PERSEGUIDOS" (Página nº 2618)

Lo he oído hoy en un informativo a cuenta de la intención de suprimir algunas capillas en las facultades de la Complutense para habilitarlas como aulas y, aún en ese contexto, me parece tan desproporcionado y fuera de lugar que no salgo de mi asombro. Y es que es tan incierto que alarma que un espacio universitario público quiera hacer prevalecer un espacio consagrado a un culto sobre la legitimidad de una habilitación para aulas.

Yo no estoy contra la religión, sí con que invada espacios legalmente neutrales como son los centros públicos que tienen otra función y que pertenecen a un estado aconfesional. Esto no significa perseguir las creencias, todo lo más adscribirlas a los ámbitos donde no se produzca ese conflicto entre la aconfensionalidad del Estado y los lugares públicos que han de ser asépticos a este tipo de elementos, simbologías o actos. Y me parece que esos ámbitos son amplísimos y van desde la propia vivienda a espacios públicos donde se desarrollan procesiones, ofrendas y toda clase de actos sin ningún problema, por no hablar de todos los sitios de culto que están ahí para acoger gran parte de ellas.

Me parece tan incomprensible decir que son perseguidos que todavía, casi cuarenta años después de redactarse la Constitución que consagra la aconfesionalidad, todavía puedan encontrarse aulas públicas, también en Daimiel, con crucifijos que la propia ley marca que no deben estar ahí.

Es más, por encima del Concordato, una ley de preferencia del Estado hacia la religión mayoritaria, muchas de las decisiones de los gobiernos hablan claramente de un trato muy favorable hacia los intereses de todo tipo de los católicos y su Iglesia y que incluye concesiones administrativas de todo tipo, inmatriculaciones, subvenciones, etc...

Lo dicho, decir que se sienten perseguidos por cumplirse la Constitución ya me parece un dislate. En los demás no me meto porque entiendo que los católicos son millones en nuestro país y esa es una realidad que ha de contemplarse, pero eso sí, sin invadir normas y leyes que garantizan que el Estado permite y protege la neutralidad de los espacios públicos.

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viernes, 6 de diciembre de 2013

sábado, 23 de febrero de 2013

POR UNA CONSTITUCIÓN MEJORADA (Página nº 1674)

Antes que nada perdonar porque en estos dos días apenas haya actualizado el blog y moderado los comentarios. Por cuestiones personales he estado de viaje, parte de ese tiempo, y no he tenido oportunidad de pasarme por él hasta ahora mismo.

Por los comentarios entiendo que algunos piensan que la Constitución Española es un texto inamovible, que lo que se votó hace más de tres décadas ha de ser asumido sin más y sin someter a este texto constitucional a ningún escrutinio. Pero, en mi opinión, esos más treinta años son suficientes para cierta perspectiva analítica, la detección de aquellos aspectos reformables y la ejecución de las modificaciones a que hubiera lugar para que hoy en día podamos tener una Constitución Española adecuada a la realidad de un país que ha ido cambiando, que ha ido encontrando en el marco constitucional carencias y que no nos podemos permitir dejar ahí sin más, simplemente porque en su momento se creyera que era la mejor redacción posible para conjugar todos los intereses de quienes la redactaron.

Yo no voté esa Constitución. No porque no me gustara. Simplemente era menor de edad. Pero yo no pido cambios porque no la votara ni porque desprecie los votos de quienes si pudieron y la respaldaron. Y aunque hubiera podido votar y lo hubiera hecho a favor eso no me obliga a creerla infalible o perfecta ni me impide, en cualquier momento, pensar que necesita revisarse. Porque eso el lo que me llama la atención de algunos comentarios, ese afán de hacer creer que no tiene vuelta de hoja o que el haberla votado implica adhesión inquebrantable treinta y pico años después. O esos otros comentarios que pretenden dar a entender que los que creemos que se debe revisar la Constitución somos poco más o menos que unos traidores a la democracia, aunque creo que la necedad queda tan a la vista que sólo el que lo escribe se toma en serio.

La inmunidad del Rey, hilo del que salieron los comentarios, es, si se piensa, un asunto menor con otras modificaciones de mayor calado que está pidiendo el texto constitucional, pero ya metidos en la petición de introducir cambios se ha de tratar con el mismo interés los asuntos mayores como los menores, y más cuando la ciudadanía, parte de ella, comienza a no sentir como propia una carta magna que presenta tantos desconchones y grietas.

A mí, una reforma constitucional parcial o una nueva constitución me daría lo mismo si el resultado termina siendo un texto más pegado a la realidad y que ponga remedio a todos los errores que se han ido detectando en el texto actual. No puede ser que hayamos conferido tal valor simbólico a esta constitución democrática, tras un largo periodo dictatorial, que creamos que con eso ya está hecho todo porque los valores simbólicos no tienen por qué dar las respuestas adecuadas a las necesidades actuales y una constitución está ahí precisamente para ser el marco básico legal que de respuestas a las necesidades de ahora y desde la realidad de nuestro tiempo.

Y pedir esto no es desafección, es exigencia cívica, demandar un texto constitucional aún mejor.

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jueves, 6 de diciembre de 2012

LA CONSTITUCIÓN, ¿PARTIDA O LLEGADA? (Página nº 1845)



Para mí buena parte de los problemas de nuestra Constitución se deben a que para unos, generalmente los ciudadanos, la conciben como un punto de partida y por lo tanto entienden que lo que ahí está fijado debería estar garantizado desde el primer momento. Para otros, sin embargo, y metería a los políticos, la Constitución es sólo un punto de arribada, algo hacia lo que tender, el objetivo a conseguir a medio y largo plazo.

Esto plantea que nos movamos entre la impaciencia de quienes creen que no se les ha garantizado nunca derechos básicos contemplados en el texto constitucional como el derecho a una vivienda digna, el ser considerados iguales de facto ante la ley, etc... y quienes se columpian en el tiempo concibiendo que en algún momento estos derechos básicos serán alcanzados.

Pero pasa el tiempo y las personas se han acostumbrado a la fatigosa espera sin contemplar avances, sumidos en vaivenes que parecen ir por otro lado que el de los intereses de los ciudadanos, o incluso, como ahora, constatando que las decisiones no parecen ir enfocados a esas garantías básicas que especificaba la Constitución y que, al contrario, terminan distanciándose de ese objetivo.

Realmente, como texto, no está mal, pero siendo el marco legal de referencia uno siente que queda ahí como un requisito formal que no se compadece con el peso real que debiera tener y no hay nada peor que ese síndrome de papel mojado que parece venirle atacando, progresivamente, desde que nació con una mayor, mucho mayor, carga ilusionante que la que hoy es capaz de despertar en la mayoría de gente.


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