Daimiel está en la historia del movimiento ecologista. Se había iniciado un poco antes, es cierto, pero fue en 1978 cuando, con motivo de la 3ª Asamblea de la Federación del Movimiento Ecologista, celebrada en Daimiel los días 22 al 25 de julio, y a pesar de las muchas dificultades y desencuentros entre los distintos grupos federados, unos por su gran carga política y otros por el propio conflicto entre posturas conservacionistas o radicales, que hicieron de este encuentro asambleario el último de los celebrados, sacaron adelante el conocido como "Manifiesto de Daimiel", toda una declaración de principios que vino a convertirse en un documento extraordinario sobre el movimiento ecologista y los planteamientos que abanderaban y que, a pesar de que muchos daimieleños lo ignoren, puso en la historia el nombre de nuestra ciudad, que en contrapartida también han de arrastrar el término "daimielización", éste bastante más despectivo y trágico.
Hace tres años puse el texto del Manifiesto de Daimiel después de interesarme por él a partir de saber que Nicanor Parra, escritor chileno galardonado con el Premio Cervantes de 2012, era capaz, a sus muchísimos años y gracias a una extraordinaria memoria, de "durante la conversación es capaz de citar literalmente poemas propios y ajenos, pasajes enteros de Shakespeare en inglés o, con todas sus letras, la Propuesta de Daimiel, el manifiesto ecologista redactado por el español Josep Vicent Marqués en 1978".
Ahora he querido recuperarlo tras la encíclica del Papa Francisco "Laudeato si", que aboga por lo que ya se han llamado los "mandamientos" a favor del Medio Ambiente y su conservación, para ensalzar todavía más el valor de aquel "Manifiesto de Daimiel" o "Declaración de Daimiel", como también fue conocida, y que ya encerraba todos esos principios que hacen del movimiento ecologista una cruzada a favor de la Tierra, sus valores y su protección. Sí, 37 años antes, aunque de alguna forma nos vaya dejando el regusto amargo de casi cuatro décadas de tiempo parcialmente perdido:
Manifiesto de Daimiel (1978)
Los asistentes a la 3ª Asamblea del Movimiento Ecologista hemos considerado necesario establecer unos puntos ideológicos mínimos que sirvan de base a posteriores desarrollos y debates, pero que permitan ya hoy deslindar el movimiento ecologista de otras posiciones en torno a los problemas del medio ambiente.
Entendemos por ecologismo un movimiento socio-económico basado en la idea de armonía de la especie humana con su medio, que lucha por una vida lúdica, creativa, igualitaria, pluralista y libre de explotación y basada en la comunicación y la cooperación de las personas.
En consecuencia:
1º. Consideramos que la relación correcta con la Naturaleza no puede ser la de destruirla o «dominarla» ni la de salvar o mantener enclaves o islas de naturaleza sino una tarea global de colaboración con ella.
2º. Entendemos el progreso como creciente mejora de las condiciones de vida y entendimiento mutuo de la población y nos negamos a identificar como progreso el crecimiento cuantitativo y en general todo aquello que significa de hecho sólo el «progreso» de la clase dominante.
3º. En consecuencia, defendemos como objetivo el disfrute de las cosas y el gozo de la relación de las personas contra la orientación productivista-consumista. No queremos cada vez más objetos, sino una relación más sana entre las personas y con los mismos objetos.
4º En cuanto que la humanidad depende del trabajo, manifestamos la necesidad de lucha por hacer de éste una actividad libre y no explotada, ajustada a la persona consciente de sus fines, no alienada. Defendemos, frente a la agresión capitalista, toda forma tradicional inocua de trabajo alternativo satisfactorio.
5º Rechazamos, por tanto, el modo de producción capitalista y consideramos insatisfactorio todo socialismo burocrático y, en general, cualquier fórmula socieconómica basada en el productivismo y en la acumulación de poder.
6º Nos declaramos a favor de las energías libres y en contra de la nuclearización militar y civil en la medida en que supone, más allá del indudable riesgo para la vida, un modelo de sociedad militarizada, monopolista, policíaca, ultrajerárquica, incompatible con la idea de autogestión.
7º Por el contrario, y sin prejuzgar fórmulas, nos pronunciamos a favor de la autonomía de las comunidades, el pluralismo de las formas de vida y la autogestión de los colectivos de trabajo.
8º En virtud de ese pluralismo, nos oponemos a la opresión o marginación que la sociedad falocrática-patriarcal impone a quienes no responden a su concepto de varón normal. Nos declaramos solidarios de todos los movimientos que luchan contra el monopolio de la normalidad.
9º Nos declaramos solidarios asimismo de todos los pueblos de la Tierra y en particular de los del Tercer Mundo. Denunciamos la miserable operación de ocultar ciertas contradicciones del capitalismo desplazando a los países pobres las industrias sucias, a la vez que se continúa la explotación de sus recursos naturales.
10º Consideramos que la filosofía ecologista, al rechazar el centralismo y la concentración y defender el derecho al trabajo y la calidad de vida, se opone a los desquilibrios entre comunidades. En consecuencia, denunciamos en el Interior del Estado español la desertización, empobrecimiento y emigración forzada que la dirección capital-tecnocrática ha provocado en muchas de sus zonas. Nos pronunciamos por el esfuerzo coordinado de las distintas nacionalidades y regiones para la corrección de estos desequilibrios.
11º Proclamamos el derecho del pueblo a la más amplia y libre información y denunciamos las tergiversaciones capitalistas en los medios de comunicación, el monopolio de la información científica en manos del Estado y los grandes grupos económicos y las trabas que se oponen hoy, incluso en condiciones formalmente democráticas, al ejercicio de iniciativas populares, marginales y experimentales. Defendemos y apoyamos los medios alternativos de expresión.
12º Frente a tantas decisiones desde arriba que han alterado las condiciones de vida y trabajo, proclamamos el debate popular como instrumento básico de toda transformación social.
Los conflictos entre cambio y seguridad o los intereses divergentes de sectores de la población trabajadora, habrán de ser armonizados mediante un debate en el seno del pueblo, en el que, asegurada la no manipulación capitalista y burocrática, creemos rotundamente.
Insistimos en el carácter de plataforma de identificación y discusión, clarificadora, pero no definitiva de este texto. Invitamos a todos los grupos y personas a elaborar colectivamente la filosofía de nuestro movimiento. En particular hacemos constar los siguientes puntos que fueron sugeridos en el debate y quedan pendientes de elaboración: revolución y ecologismo, carácter antropocéntrico o no de nuestra concepción de la naturaleza, relación con los partidos políticos, ecologismo y no violencia, ejército, imperialismo y empresas multinacionales y cuestiones varias de crítica al capitalismo desde el punto de vista moral o ético, natalismo o antinatalismo, explosión demográfica.
Lo peor, insisto, es que la gran mayoría de daimieleños desconocen o han olvidado que fue en Daimiel donde surgió y se firmó tan valiosa declaración, pero ya estamos acostumbrados a que se ignore nuestra propia historia, lo que permite, siempre, la repetición de los constantes errores en nuestras acciones.
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