Hoy, de nuevo un año más, las aulas se vaciaron de niños hasta después de feria. Bueno, vendrán dentro de unos días a recoger las ansiadas/temidas notas, pero un nuevo curso acaba y el ruido ensordecedor de esta última jornada dejará paso a un silencio demoledor, el de la ausencia, cuando los colegios dejan de ser colegios y se convierten en meros edificios.
Con ello se va una nueva promoción, una más de esa que conocimos en sus primeros días de escolarización, en el mayor de los casos expectantes, nerviosos, agarrados unos a otros en esa fila interminable de babys y tratando de aferrarse a su seño como única referencia. Hubo llantos, agarrones, pero también alegría, ilusión. Y ahora, nueve años después, casi preadolescentes, se nos van cargados de recuerdos y experiencias hacia otros objetivos. Terminan Sexto de Ed. Primaria y les vemos marchar tan diferentes, sabiendo que hemos sido testigos directos de ese itinerario escolar que a su inicio parecía interminable y que ahora casi lamentamos que llegue a su fin porque, claro, todos esos años también nosotros, sus maestros, los hemos consumido.
Tanto que con ellos también se nos marchan maestras que han dado muchos años al colegio, que también cerrarán la puerta en unos días para volver solo de visita. Personas con las que ha dado tiempo a compartir mucho, de las que aprender siempre, a las que agradecer su ayuda, y que han hecho escuela en la escuela. Sé que otros vendrán, que las rutinas terminan por dar la sensación de que nadie es imprescindible, pero yo tengo como principal capital personal la memoria y el agradecimiento, suficiente para que ambas estén a salvo de mi olvido, para que siempre cuenten con un espacio en mis recuerdos porque es el mejor tributo que puede hacerse a la amistad.
Claro que la vida sigue, que nos consume poco a poco, pero no es menos verdad que todas las personas con las que convivimos nos van dejando algo de ellas en nuestras vidas, en la forma de entender las cosas, y casi siempre nos hacen mejores. Esto es algo que vamos comprendiendo mejor con la edad.
Por eso ahora, cuando acaba un nuevo curso, es como si fuéramos cerrando un tomo de la biblioteca de nuestras vidas y sentimos esas pequeñas pérdidas de cotidianeidad que solo intentaremos borrar con un nuevo libro por escribir, pero nadie deja atrás lo vivido, lo compartido, lo aprendido. Y aunque el silencio arrollador se deja sentir y las mentes se abran a las tan cercanas vacaciones veraniegas, también quiero esforzarme por saber valorar todo lo bueno que el año nos ha deparado e incluso, por aquello de la salud, lo malo que también hemos tenido pero que vamos pudiendo superar.
¡Adiós, chicos y chicas de Sexto!, ¡adiós, compañeras! Solo se olvida lo menos importante.
(FOTOS DE LOS ALUMNOS QUE SE HAN GRADUADO CUANDO ESTABAN EN TERCERO DE ED. PRIMARIA)
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