Total, elija a quien elija, ¿qué repercusión real va a tener para mis intereses quienes puedan salir en ese parlamento?, ¿cómo voy a sentirlos como representantes míos si desconozco quienes son la mayoría, qué hacen, qué decisiones toman, y apenas sé de ellos lo mucho que cobran, sus pensiones vitalicias cuando dejan de serlo, sus viajes irrenunciables en "business" y la parentela que colocan como colaboradores siempre a dedo?
Sé que nada va a cambiar con o sin mi voto pero a lo mejor no me siento así corresponsable de este otro chiringuito político que sirve para ir colocando más peones, viejas glorias y ex-altos cargos sin sitio aquí. Porque al menos del Congreso y en el Senado, de las Cortes Regionales, tenemos más información, sabemos mucho de lo que deciden y cómo se posicionan cada cual ante los temas, pero el Parlamento Europeo es casi un agujero negro del que solo en contadas ocasiones llegamos a saber algo, poco, y desconociendo a sus protagonistas.
Por ejemplo, el daimieleño Agustín Díaz de Mera lleva 10 años de europarlamentario y solo sabemos de todo este tiempo que lo es, que ha sido titular de un montón de comisiones y suplente en otras, cuya mayor transcendencia es el complemento económico que les acompaña y que, mirando su ficha, ha intervenido 30 veces en sesión plenaria, ha realizado 19 informes como ponente o ha hecho 139 preguntas y que, eso sí, estuvo presente entre 204 y 2009 en 271 sesiones, con una asistencia del 94%.
¿Pero en qué trasciende su trabajo allí para nosotros?, ¿qué sabemos más que estos simples números de Agustín o de cualquiera de los que fueron elegidos, salvo que estamos seguros que ninguno se sale del guión y votan según les dicen desde la dirección del partido?
Me estoy planteando no votar. No digo ya votar en blanco, directamente quedarme al margen y sumar abstención. Y sería la primera vez que en unas elecciones que renunciara a votar pudiendo hacerlo pero es que nunca he sentido tan inútil el depositar mi voto.
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