Se queja el alcalde daimieleño en el Pleno de que se da mucha relevancia a las cosas malas que suceden cuando lo importante sería que los concejales, pero también todos los que vivimos aquí, vendiésemos lo bueno de Daimiel, sus mejores valores turísticos, sus hoteles, restaurantes, etc... No diré que no tenga razón en destacar los valores positivos porque esos y no otros son los que pueden atraer visitantes, pero los problemas, que parecen endémicos, aunque no atraigan visitantes pueden ayudar a perderlos y, la verdad, esto no se arregla ocultándolos sino resolviéndolos.
Cuando alguien se plantea venir a Daimiel lo hace primordialmente por su principal activo, el Parque Nacional, ese que ahora está bien pero que ha agonizado y ha sido maltratado durante décadas no tanto por actuar contra él sino por deteriorar su entorno y desnaturalizarlo a cuenta de la sobreexplotación del acuífero. Y solo cuando está bien es capaz de atraer un número elevado de visitantes, algo que dicen las estadísticas.
Después, cuando se plantean venir a nuestra ciudad lo lógico es que busquen una capacidad y calidad de establecimientos hoteleros, una opción de comer bien, una información turística accesible, unos puntos de interés arquitectónico o cultural que justifique pasar por aquí o quedarse durante más de un día. Iglesias, parques, edificios de interés, han de completar la visita por el casco urbano y si a esto añadimos otro activo que será importantísimo en el futuro inmediato como la Motilla del Azuer o damos opción a que el Guadiana o algunas de las lagunas que siempre existieron se recuperen albergando su posible riqueza paisajístico y de fauna pues estaríamos posibilitando que el valor turístico de Daimiel se multiplicase. Y todos debemos contribuir, por supuesto.
Pero no nos engañemos, los problemas que empañan o pueden dañar la imagen de nuestra ciudad no son "autorresolubles" y no olvidemos que quienes nos visitan también pueden percibirlos. Pintadas, cacas de perro, malos olores, solares dejados de la mano de Dios, niños pateando los parterres de flores sin control, zonas dejadas al botellón descontrolado, etc... no van a desaparecer por sí solos ni se pueden ocultar los días que los turistas nos visitan, y por tanto hay que hablar de ello, debatir, buscar y ofrecer soluciones posibles, actuar afrontando decisiones a veces drásticas.
Por ejemplo, cuando Leo contestó al tema de las cacas habló solo de concienciación, como si le diera reparo sancionar a los dueños, verdaderos responsables de la situación cuando se trata de gente que no se responsabiliza de las heces de sus mascotas. ¡Pues hay que sancionar!, ¡hay que tomarse en serio el problema y no creer que una campaña de sensibilización va a solucionar por sí sola esa problemática! ¿Cuántas multas se han puesto en Daimiel en los dos últimos años por no recoger las heces de los perros? Ellos tienen los datos pero me da que el número es mínimo.
Porque Daimiel es todo, lo mucho bueno y lo poco malo, pero la realidad es la auténtica embajadora y quienes nos visitan animarán a otros, por el boca a boca, en virtud de todo lo que les ofrezcamos y por eso debemos esforzarnos por minimizar, si no resolver, los problemas tanto como por ensalzar los valores que nuestro municipio tiene y si eso no lo queremos ver iremos mal.
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