En el mundo médico, también el estético, fallan a menudo dichos controles porque priman los objetivos de negocio a los plazos suficientes para garantizar la inocuidad de ciertos productos o la eficacia de otros. El dinero, digamos, salva los escrúpulos y acelera los procedimientos de experimentación, testados y aprobación de su uso, y eso produce la sensación de que nos vamos convirtiendo en conejillos de indias humanos para no detener el negocio.
En otros casos, pienso, se aprovecha la demanda para no garantizar la competencia real de los supuestos especialistas que han de realizar los procedimientos y ya conocemos muchos casos de fraudes e intrusismo profesional que suelen llevar aparejadas consecuencias lamentables sobre los pacientes atendidos. Aquí, todavía más, fallan los controles administrativos que impidan esa intrusión y sus secuelas.
No digo que todo el sistema esté viciado, no es eso, pero la falta de rigor en el control de todo esto suma víctimas involuntarias con nombres y apellidos, y a veces por un claro afán mercantil muy cuestionable.
Ayer aparecía esta viñeta de Eneko en 20minutos.es que hoy traigo aquí para ilustrar el texto. Da miedo, desde luego, la falta de control en estos asuntos y como en el caso de los implantes mamarios PIP terror viendo la extensión de la falta de rigor de las medidas de control y la falta de escrúpulos del fabricante francés:

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