Sinceramente, aún sintiendo en el alma la situación en la que van a quedar muchas familias con el cierre de la RTVV, lo mejor que ha podido pasar ha sido echar el cierre, cortar la hemorragia económica que suponía ese medio para las cuentas públicas, prescindir de una radio y una televisión al servicio exclusivo de los intereses políticos y por ende para su manipulación y proselitismo y esperar que vaya ocurriendo lo mismo con la mayoría de esas televisiones públicas que casi desde el inicio dejaron de cumplir con la función para las que se dijo que eran creadas y que se han convertido en empresas públicas manirrotas, enchufistas, garrulas, manipuladoras y sectarias, y lo mismo vale para las autonomías donde han gobernado unos partidos u otros.
Y no es que todo lo que se hiciera en ellas estuvo ni está mal hecho por el simple hecho de ser públicas. Claro que hay programas de interés, buenas aportaciones, pero solo es parte del enredo porque lo que interesa de ellas el la información y ésta, en todas ellas, es parcial, interesada, proselitista, manipuladora y cultivadora del culto a la imagen de los dirigentes afines.
Yo he visto muchos informativos de RTVCM, de Telemadrid, de Canal Sur, y dan vergüenza ajena porque ni tan siquiera intenta disimular y se les ven los costurones a la legua. Los propios trabajadores de la televisión pública valenciana, ya con todo perdido, han hablado de las presiones políticas y las instrucciones para no tocar temas o exprimir otros. Y del resto hay suficientes noticias ya que hablan de una misma forma de hacer.
Y lo peor es que este caprichito político nos cuesta a todos una barbaridad, que este juguetito de los gobernantes de turno se paga, siendo como son siempre deficitarias, con los impuestos que, cada vez más, debemos pagar los ciudadanos. Porque eso es lo irritante, nos crujen a impuestos para poder manipularnos, para poder colocar a los suyos, para alimentar a las productoras de su cuerda, para glorificarnos al líder de turno, para distorsionar la realidad a su acomodo poniendo sordina a lo que les perjudica y altavoces a lo que les favorece, para enfrentarnos incluso.
Da igual quien gobierne, qué partido lo haga, siempre coinciden en esto, en entrar a saco en las cuentas públicas para, con la excusa de informarnos, vendernos su peculiar realidad, la sectaria, la adulterada, la viciada, la mangoneada, la falsificada. Y para ese plan mejor cerrarlas, ahorrarnos el coste y la manipulación, dejar de alimentar a los mangantes y dedicar ese dinero a cosas que sí necesitamos todos los ciudadanos.
Lo siento por los despedidos, por sus situaciones personales, pero las televisiones públicas, tal como funcionan, son un tumor social y económico y lo mejor es extirparlos.