Es llegar una primavera de calor y desatarse el aroma a "Eau de Rejillo" en Daimiel. No importa si ha llovido mucho o poco durante otoño e invierno porque en cuanto aparecen las altas temperaturas emana ese olor característico de los rejillos en cada calle que, en el paso, apenas incomoda los segundos del tránsito, pero que en las terrazas, si tienes la mala suerte de pillar mesa sobre alguno de ellos, te hará el rato memorable.
Es cierto que en algunos casos alguien ha tomado la medida de taparlos con plástico o cartón, por más que ésto no deba hacerse ya que los rejillos no tienen otra función que estar siempre en condiciones de poder evacuar aguas y en caso de lluvia solo ayudarían a crear charcos que es precisamente lo que se pretende evitar, pero es que por la razón que sea el olor es a veces tan desagradable que ahuyenta al personal y si en las inmediaciones hay negocios pues hasta se entiende ese afán por sellarlos.
Pero claro, esa no es la solución sino buscar la manera de minimizar el efecto de los olores respetando que los rejillos queden libres siempre. Y mientras tanto no dejará de ser un problema este "Eau de Rejillos" tan nuestro como, supongo, de muchas localidades de la zona.
Eso sí, hay rejillos que no huelen porque están tapizados no por plásticos o cartón sino por tierra y hierba que asoma en esta primavera con brío y que ya pueden verse por varias zonas de Daimiel como cada año desde que tengo memoria.
Y es que no estaría mal ir dando una vuelta y limpiarlos, unos y otros, porque todos, llegado el momento de lluvias y tormentas, tampoco servirán para lo que fueron hechos.