Por muchas razones me parece que José Manuel Soria, ministro de Energía, Industria y Turismo, es el peor con diferencia, y eso ya es decir bastante, de todos los que recuerdo en este momento. Lo es por ineptitud, por sus declaraciones, por su descaro, por su comportamiento y porque toque los palillos que toque todo se deshace en sus incompetentes manos. Uno no sabe si eso de cubrir la cuota insular es su único argumento para justificar esa posición o la ceguera manifiesta de Rajoy para colocar a un elemento tan tóxico para sus propios intereses en puesto semejante, pero lo de este hombre es de traca, con un largo historial de comportamientos al menos dudosos y una gestión en estos cuatro años claramente catastrófica para quienes aspiramos a un desarrollo de las renovables, el estímulo del autoconsumo, la metida en cintura de los lobbys energéticos, la instalación del ATC en un sitio seguro, la supresión de prospecciones petrolíferas con riesgo para la economía de los lugares que viven del turismo, una factura de la luz sin el sinfín de hipotecas que nos gravan, la eliminación progresiva de las nucleares, la reducción de las emisiones de CO2, etc...
Ya hablé de él hace algún tiempo cuando el pasado año estuve en Lanzarote y conocí, de primera mano, hablando con gente de allí, el rechazo a su labor de gobierno, la vergüenza que causaba que un ministro de Turismo siga, por enésima vez, veraneando en un hotel declarado por sentencia firme ilegal y su empeño en favorecer unas prospecciones junto a su costa que, afortunadamente, dieron resultados negativos. Hablando con gente de la hostelería no escuché ni un solo halago hacia este individuo.
Después han venido otras historias confusas y dudosas sobre pago de sus vacaciones sobre las que no salen jamás las cuentas de nadie en su sano juicio, pero sobre todo es delirante que su gestión se haya traducido en convertirnos en una rémora para las renovables, un candado para el autoconsumo, un paladín de las maniobras de las energéticas y, aunque él lo niegue, el responsable final de que paguemos más caro el recibo de la luz que hace cuatro años. Si todo se podía hacer mal, contra los intereses de los ciudadanos de a pie, él lo ha logrado, lo cual es un verdadero mérito para quien no sabe explicar que pasa de verdad con los coches y las emisiones (en un artículo le tildan como "Un asno por ministro" o su empeño cómico en demostrar que el Meridiano de Greenwich pasaba por Canarias, en un vídeo histórico que avergonzaría al más pintado si de verdad tuviera capacidad para sentir vergüenza.
No me cabe duda, por hechos, y a pesar de la fuerte competencia, no hay peor ministro que este individuo, uno de los pesos pesados de un Gobierno que, por eso mismo, solo nos puede dejar preocupados. Un ministro "tóxico" como ningún otro, a mi parecer.