Llevamos alabando nuestra democracia más de cuarenta años. Es lógico, cualquier cosa es mejor que la dictadura de la que veníamos, pero eso no justifica que nos vendiesen como un Ferrari F-40 lo que no ha dejado de ser un Ford Fiesta que siempre era mejor que ir en bici pero que comparando con otros vehículos dejaba bastante que desear.
Vale, era nuestra democracia, esa que no hizo reflexión pero sí olvido, que no hizo balance porque prefirió la desmemoria, que no hizo contrición pero sí la vista gorda. Una democracia con muchas virtudes pero también con muchos errores y vicios. Había que sacarla adelante como fuera y, claro, en esas llevamos más de ocho lustros, dando por bueno todo, desde las corrupciones hasta las pervivencias de las nostalgias más putrefactas, instalados en la hipocresía, la demagogia y el frentismo, dejando corromper todos los poderes desde el legislativo al ejecutivo y el judicial y no salvando ni a ese cuarto poder que alguna vez intentó ser del periodismo y en el que hoy se solazan los capitales para contarnos sus milongas. No han dejado a salvo nada, se han ido ensañando con todo lo público en ese frenético clientelismo multicolor en los que siempre ganan los mismos independientemente de quienes gobiernen en cada sitio o lugar.
Pero es que tras más de cuatro décadas estamos en lo peor, en un clima político pero también ciudadano irrespirable, fraudulento, bochornoso, entregado a la mentira y la manipulación. un ambiente hediondo, odiador, cargando de provocación y persiguiendo que la maltratada democracia sea una ciénaga donde creamos que todos somos lo mismo.
Cada uno tiene su papel, claro, pero a los objetivos, los mesurados, los reflexivos, no se les espera ni se les quiere ni se les escucha. Como mucho a los equidistantes, porque esos no molestan pues no dejan de ser "ni chicha ni limoná". La arena queda para los insultadores, los buleros, los filibusteros, los hooligans, los que buscan la demolición de la convivencia y por lo tanto se convierten, a su manera, en potenciales golpistas aunque se den golpes de pecho.
Dan mucho asco y sentir eso me dice que ya van contaminándome también a mí con sus execrables maniobras, que me van haciendo perder la esperanza y la confianza en las personas que debemos convivir.
¿La democracia era esto?, ¿la libertad este lodazal?, ¿el bien común este espectáculo de gritones, insultadores y mendaces?. ¿No merecemos unos políticos que trabajen por mejorar nuestras vidas?. ¿No merecemos unos jueces a los que solo mueva ser justos?. ¿No merecemos unos medios de información que informen con objetividad dejando claro lo que es opinión e información?. ¿No merecemos que nos respeten, que nos escuchen, que nos sintamos parte de este país?
No soy un idealista, todas las democracias son imperfectas ya solo sea por ese factor humano que padecemos, pero hay democracias mucho mejor desarrolladas que la que ahora tenemos y poco en el horizonte que nos permita creer que vamos a mejorar próximamente.
¡Y ojo, no quiero ser yo equidistante diciendo que todos son iguales porque no sería justo aunque todos tienen un importante responsabilidad en hacer y en dejar hacer aparte de las responsabilidades que cada cual tiene en sus propios comportamientos más o menos vergonzosos!
Como ciudadano estoy hasta las narices...por no seguir descendiendo.
Del lat. tardío democratĭa, y este del gr. δημοκρατία dēmokratía.
1. f. Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce direc-tamente o por medio de representantes.
2. f. País cuya forma de gobierno es una democracia.
3. f. Forma de sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
4. f. Participación de todos los miembros de un grupo o de una asociación en la to-ma de decisiones. En esta comunidad de vecinos hay democracia.