Tras leer que en Inglaterra se ha retirado una campaña de la firma Gucci por la extrema delgadez de la imagen tengo claro que se puede y debe legislar para que lo extraordinario de la medida termine siendo una total normalidad, y es que siempre he pensado que la sociedad, incluso la global, debe ser educadora y por tanto ha de preocuparse también por corregir los estereotipos y modelos que se transmiten desde aquellos espacios con mayor capacidad para influir y crear tendencias.
No hablo de censuras, en todo caso de límites. No nos engañemos, la creatividad de la moda puede ser la que sea pero desde hace tiempo están enviando claros mensajes estéticos en los que tallas imposibles terminan mostrando un ideal de belleza no solo inalcanzable sino claramente dañino para la salud porque, y dejémonos de hipocresía, nada es inocuo y su impacto real es significado como para llevar a muchas personas, sobre todo en edades tempranas, a modificar hábitos alimenticios tratando de seguir esos cánones estéticos. Y no solo la moda, la propia televisión, el cine, la música, la publicidad, tiende a establecer una estética que no es la de la mayoría de la población ni mucho menos e incluso ahonda en ese tipo de tópicos que terminan causando rechazo en quienes no se adaptan.
Nos guste o no estamos llenando las Unidades de Salud Mental de los hospitales de un montón de niños, abocándolos a una farmacología tremenda, cuando muchos de los problemas se derivan de modelos de imagen estúpidamente promocionados desde los medios y la moda como si se tratase de la normalidad e incidiendo sobre personas vulnerables a ese tipo de mensajes. Y a mi parecer esas Unidades de Salud Mental son necesarias pero se ven desbordadas por situaciones que en una sociedad educadora de valores, corresponsable, debían disminuir en gran número, y por tanto nunca son la solución cuando existe manera de acotar estos modelos, legislar en favor de esa vulnerabilidad y ser capaces de entender la responsabilidad que se asume desde esa posición de influencia para reconducir esos conceptos estéticos hacia la inclusividad y el raciocinio.
Una cosa es que se vaya difundiendo, cada vez más, una actitud más enfocada al cuidado del cuerpo, a la búsqueda de los saludable a través de una correcta alimentación y un sano ejercicio, y otra bien distinta esa posición esteta que esclaviza hacia modelos irracionales y que perseveran en mostrarnos unos cánones que solo conducen a un desequilibrio entre salud y belleza y que deja un buen número de cadáveres morales que terminan con muchas personas sufriendo sus consecuencias.
De verdad, creo que hay que legislar sin miramientos, con el norte único de preservar la salud física y mental de las personas, poniendo un límite racional a esta cruel estupidez de la imagen como única referencia y sometida al capricho enfermizo de quienes quieren imponer ese mundo irreal que no se compadece con la normalidad.
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