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martes, 20 de septiembre de 2016

¿YA NO SE VA "AL MARTES"? (Página nº 3898)

(Foto de Jesús María Cencerrado publicada en "Daimiel en el Recuerdo")

Lo pregunto porque ahora escucho mucho más la expresión "ir al Mercaillo" que "bajar al Martes" que era la que yo había venido escuchando toda la vida hasta no hace tanto.

Bajar "al Martes", escuchaba decir a mi madre, a mis familiares, a mis vecinas y a las madres de mis amigos, mucho antes de que "Mercaillo" fuera una expresión coloquial en boga y hasta cabecera de un programa en la tele regional que ha ayudado a popularizar y generalizar esta forma de llamarlo.

Bajar "al Martes" cuando el "Mercaillo" quedaba montado alrededor del edificio del Mercado de Abastos copando la calle Prim como principal y casi única arteria con los puestos que no se montaban en el interior del edificio y que tomaba vida, ¡y cuánta!, todos los martes del año con las mínimas excepciones de ciertos festivos. Entonces casi todo el mundo acudía allí en busca de lo que se había pospuesto para la siguiente vez pero, también, para poder encontrar algo que ni se buscaba pero que a la vista de los compradores era ocasión que no se debía dejar pasar. El bullicio, desde bien temprano, pues algunos puestos se montaban antes del amanecer, marcaba la vida de Daimiel que tenía, en este espacio, una cita ineludible.

Después se tomó la decisión de mandar el "Mercaillo" al recinto ferial, algo que, entonces, fue una decisión muy polémica y que desagradó a muchas personas. Seguro que con el tiempo resultó acertada pero recuerdo que al principio mucha gente le dio la espalda y solo el paso del tiempo, hablo de meses, incluso de años, volvió a revitalizar el "Mercaillo", el "Martes" desposeido de su carácter urbano en el centro de la localidad pero que fue ganando en espacio, en comodidad para instalar los puestos y también para desenvolverse en él mientras se compraba o, simplemente, se miraba.

Ya digo, hasta hace pocos años escuchaba eso de "bajar al Martes", también "subir al Martes", que ya sabemos que hacia el centro de la localidad se baja y desde allí a los barrios se suele subir, pero lo cierto es que cada vez lo escucho menos y esa expresión tan daimieleña, tan nuestra, va perdiéndose por esa otra más estandarizada de "mercaillo". No es que tenga importancia, lo es más desde la sentimentalidad del lenguaje, pero a mí me gustaba más eso tan nuestro que ya va perdiéndose.

Sigan bajando "al Martes", ¡qué caramba!.

martes, 22 de marzo de 2016

SOBRE DAIMIEL (Página nº 3545)

A propósito de este comentario y con el tema de Daimiel a nivel de ocio y comercio:

A ver Totem, tú que reflexionas y profundizas en los asuntos que opinas."

Para ser sincero no tengo otra opinión que el de usuario y, por tanto, muchos aspectos se me escapan. Pero trataré de dar mi opinión:

Daimiel tiene una oferta de ocio no muy amplia aunque puede que suficiente, lo que hace que el problema no sea tanto del número de locales como de lo que estos ofrecen a sus clientes y lo que ellos demandan para disfrutar y estar satisfechos. Quienes no encuentran en Daimiel satisfacción a esas demandas buscará otros lugares, aparte, claro, de quienes prefieren salir habitualmente y no quedarse en nuestra ciudad aunque pudieran tener locales de ocio que respondiesen a sus expectativas. Y tampoco, parece, que tenga un especial atractivo para los de otras localidades el acercarse a locales de ocio daimieleños.

¿Qué falla? Evidentemente la situación económica lastra, y aunque la gente no renuncia al ocio muchos han modificado la forma de divertirse buscando casas, cocinas camperas, etc... donde quedar con los amigos a charlar, beber y comer, una alternativa en aumento que incide en los negocios de restauración y ocio. Pero, creo, que los propios empresarios también tienen parte de responsabilidad porque la fórmula pasa por buscar esa clientela, fidelizarla, y eso incluye ambiente, precios, trato, oferta. Ver locales casi siempre llenos y otros casi siempre vacíos pueden tener explicación bajo esos parámetros.

Yo, en particular, busco un sitio donde cenar algo que escape de frituras y oferte cierta calidad del producto, poder estar cómodo hablando con los amigos, un trato agradable, un ambiente acogedor, y no encuentro, en invierno, más de tres o cuatro sitios, aunque en verano. aunque poco, algo incrementa ese número. Por eso a veces me voy a otros sitios, por variar, por encontrar alternativas que puedo complementar con un día de cine o de teatro.

¿Y en cuanto al comercio? Quizá la proximidad de Ciudad Real termina por ser una rémora para el comercio daimieleño. También ese concepto de franquiciados y grandes cadenas con facilidad para llevarte y devolver prendas, para moverte a tu antojo por las tiendas, para ofrecer precios de aparente imposibilidad de competir, pero también puede ser que los comercios daimieleños luchan por separado, comprometidos con la propia subsistencia, y quizá no saben o no pueden como desarrollar un modelo más atractivo para atraer a la clientela local que haga que la idea de ir a Ciudad Real no tenga que ser la primera alternativa.

La verdad es que el tema es muy complejo pero es verdad que, cada vez más, Daimiel aparenta ser un ciudad parada, menos dinámica y atrayente, y no cabe culpar a quienes se van en busca de otros lugares para sus compras y diversión sino tratar de entender qué les lleva a hacerlo y por qué dejan de lado lo que Daimiel ofrece. Y el estímulo necesario debe provenir de la administración local y los propios empresarios.

Si hablo por mí la mayor oferta cultural, el tipo de tiendas donde puedes pasar, mirar, probarte sin más compromiso y la mayor variedad de locales de ocio son los que me llevan a salir con cierta frecuencia de Daimiel aunque, eso sí, suele ser esta ciudad, la mía, la primera opción.


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martes, 20 de noviembre de 2012

PROMOCIÓN LOCAL... ¡ Y NECESARIA ! (Página nº 1444)

Yo creo en Daimiel, me gusta Daimiel y deseo lo mejor para Daimiel. He vivido aquí prácticamente toda mi vida, salvo momentos puntuales por razón laboral, y mis vínculos familiares, emotivos, significados, se han desarrollado en esta localidad. Pero al contrario que otros presto atención a aquellos aspectos que estimo mejorables, necesarios para que nuestra ciudad ofrezca más a sus ciudadanos y a los visitantes y saque mejor partido de sus potenciales.

Habrá quienes crean que sólo me fijo en lo negativo, que persigo el defecto y raramente hago hincapié en los aspectos más destacables entre lo positivo. Siempre digo que, de alguna manera, este blog trata de contraponer esa apariencia idílica que tanto interés se tiene en promocionar pero que, en muchas ocasiones, intenta ocultar así los errores, las carencias y, en general, las grietas que por negarlas no dejarán de existir, y como esa tarea parece quedar casi siempre para los foros independientes pues asumo que es necesario ofrecer ese espacio crítico.

Lo que ocurre es que hay quien puede pensar que este negativismo es destructivo y, curiosamente, mi convencimiento me lleva a creer que es necesario para evitar el conformismo y crear el debate público como  principal fuerza dinamizadora. Y por eso suelo introducir ideas que yo creo correctoras, posiciones que pienso necesarias, para que después de poner el foco de atención en el tema algo se mueva. Pero si la crítica no se entiende necesaria para mejorar entonces es fácil caer en la tentación de convertir en enemigo a quienes exponen esa posición crítica.

Por ello cuando aplaudo iniciativas como la de "Daimiel, Pueblo de Brujas", señalo lo que creo que ha fallado, y eso no quita valor al trabajo y la intención de los organizadores. O cuando valoro otras iniciativas del asociacionismo daimieleño, no todas, intento decir lo que creo razonablemente necesario para mejorarlo en la siguiente ocasión. Y por eso, también, cuando entiendo que la promoción local en tema de comercios u ocio está casi en mantillas, falto de impulso y de compromiso, lo que quiero decir es que han de ser ellos más que nadie quienes busquen proponer acciones que estimulen esa vida comercial y de ocio para atraer a la gente, para involucrarla, para revitalizar algo que nos mejorará como ciudad y hará, de paso, que ir a otros sitios a buscar ocio o hacer compras sea una opción y no una necesidad. Y así puede que dejemos de sentir cierta envidia sana por las iniciativas de otras localidades cercanas, más dinámicas y exitosas. Y todo lo que se haga en este sentido, aunque pueda yo verter en algún momento una crítica puntual, será en lo global aplaudido.