Lo cuento tal como me lo han contado, entre el asombro y la indignación:
Una persona que está a punto de cumplir los 61 años y que lleva ya bastantes meses cobrando la ayuda familiar de cuatrocientos veintitantos euros tras finalizar la prestación por desempleo, recibe una carta de la Seguridad Social donde apenas entiende nada. Recurre a un familiar, recientemente jubilado, para que le ayude a descifrar la carta aunque leída ésta tampoco es que salgan de dudas. Eso sí, el familiar, que conoce bien a un funcionario que lleva estos asuntos acude a él para que le explique el contenido y poder saber de qué se trata. El funcionario, claro, le da la explicación oficial y luego, por aquello de la confianza, le dice que la administración anima a las personas que están en esa franja de edad previa a la jubilación, entre 60 y 64 años, a prejubilarse, sabiendo, eso sí, que por cada año que resten para los 65 legales aún le detraerán entre un 7 y un 8 por ciento de la pensión establecida. Si echan cuentas a esta persona de 61 años le supondría alrededor de un 30% menos de los 731 euros que le corresponderían de jubilarse a los 65 con cónyuge a cargo y si no pues menos.
Como es obvio que no parece incentivarse la decisión de prejubilarse pues a la administración se le ocurre una forma de convencerlos. Eso, aceptar las condiciones, o en caso contrario interrumpir el subsidio de desempleo o ayuda familiar, con lo que solo aquellos que tuvieran las espaldas cubiertas y pudieran aguantar esos años con sus ahorros podrían aspirar al íntegro a percibir. Como esos son los menos ante dicha tesitura la mayoría aceptarán prejubilarse con esa mordida a sus pensiones que les dejará en poco más de 500 euros mensuales para el resto de sus días, lo que plantea un horizonte complicado para estas personas y sus familias.
El Estado ahorra a medio y largo plazo aunque a corto parezca pagar setenta u ochenta euros más pero, de paso, estos prejubilados dejan de ser demandantes de empleo, parados, y como la proyección es que pueda afectar a más de un millón de personas en esta situación pues echen cuentas y cuando vean menguar las cifras del paro de forma significativa recuerden que se habrá hecho a costa de estrangular a esas personas forzando la decisión con la amenaza de quitarles el subsidio o ayuda familiar y comiéndoles un porcentaje, a veces muy alto, de su pensión ganada durante años de trabajo.
El Gobierno, éste u otro, podrán exhibir sus magníficas cifras de reducción del paro, apelar a brotes verdes o salidas de la crisis, sin tener que decir cómo lo ha conseguido en buena medida. Y todo en un país donde quedan pensiones de lujo a los ex-honorables y otros presidentes autonómicos compatibles con otras cotizaciones, pensiones máximas garantizadas a diputados y senadores con pocos años de cotización, pensiones disparatadas a eurodiputados también compatibles con otras pensiones y una serie de privilegios que solo corresponden a quienes deciden dejar a la mayoría con lo justo o menos para salir adelante.
Tener ahora 60, 61, 62, 63 o 64 años con la prestación por desempleo con carácter retributivo agotada y solo pendiente de esa ayuda familiar es una de las peores situaciones que pueden vivirse, aunque todavía puede ser peor. Y encima desde el Gobierno te aprietan más y más para que siempre pierdan estas personas mientras que el propio Estado siempre sacará un beneficio globalmente importante tanto a nivel económico como de mengua de las cifras del paro..
Es el truco del almendruco, los nuevos trileros que desde arriba siempre mueven sus cubiletes a su beneficio mientras dejan a los de abajo con esa cara incrédula de saber dónde estaba la bolita que ahí ya no aparece, gente común y corriente que se sentirán casi con toda seguridad engañados por Papa Estado.
Ya digo, como me lo han contado lo cuento aquí yo, entre el asombro y la indignación.
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