Estoy acostumbrado a que mis alumnos, en ocasiones, me digan eso de "pues yo vi en una película que...". Como buen aficionado al cine si puedo identificar la película en concreto puedo utilizarla para hacerles comprender que, en general, el cine no suele buscar una fidelidad entre lo que cuenta y lo real y que por tanto solo hay que tomarla como lo que es, una película en la que guionistas y directores pueden permitirse introducir elementos creativos más o menos discutibles. Lo que ocurre es que la capacidad del cine para hacer creíble casi cualquier cosa termina por confundir, distorsionar y relativizarlo todo pero impregnando de posibilidad cuanto allí se ve y muchas veces, aunque trates de desmontar ese equívoco alguno todavía me dice, "ya, pero...", porque sin duda le seduce más aquella libertad creativa que la propia realidad.
Hago esta introducción porque el pasado miércoles estuve viendo en el cine "La chica danesa" que se publicitaba con esa coletilla de basarse en hechos reales, en concreto las vicisitudes de Lili Elbe, nacido Einar Mogens Wegener, y que pasa por ser la primera persona que se sometió a cirugía para cambiar de sexo. La película es, a mi parecer, muy interesante, en la que destaca un ritmo pausado, unas interpretaciones excelentes, una gran ambientación y una difícil carga sentimental que vuela desde un amor incondicional y sufriente a una obsesión individualista, casi enfermiza, y un relato algo edulcorado a que obliga esas aspiraciones a los premios. Pero sin duda una buena película.
Sin embargo soy persona curiosa, desconfiado de las trampas de guión que no dudan en desvirtuar los hechos porque, al fin y al cabo, se trata de un producto que trata de tocar aquellos palillos movidos por análisis de mercado, y por ello, interesado en la verdadera biografía de esta pareja, anduve buscando información para descubrir, ¡cómo no!, que lo que interesaba era el tema central pero que la idealización de los protagonistas reales terminaba afectando al relato auténtico, en fechas, edades, relación de la pareja, simplificando todo con el objetivo de realzar ese estereotipo del amor entregado e incondicional que no llegó a existir, al menos en toda la extensión que allí se refleja.
Posiblemente la historia del cine termine consagrando el idealismo de amor así vendido y olvide una historia mucho más dura, trágica, convulsa de alguien que se prestó a unas operaciones que trataban de dar respuesta a una aspiración legítima pero que terminaron envolvíéndole en una búsqueda absurda alentada por cirujanos que, en esa época, solo parecían querer cumplir sus propias aspiraciones experimentales sin demasiada base científica aún ni con los avances técnicos para tal objetivo. Suele ocurrir, el cine termina traicionando la memoria real, soterrando la experiencia auténtica bajo el escombro estético y comercial. robándoles el alma a los protagonistas verídicos de sus historias aunque les devuelvan a la actualidad.
Me gustó la película, es cierto, pero los hechos reales en que dicen basarse quedan muy, pero que muy, desdibujados, apenas como apuntes esquemáticos.
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