(foto de Juan Julián Rodríguez de la Rubia, en facebook)
Este fin de semana ofrecía hasta dieciséis eventos, de los cuales me interesaban varios especialmente. Pero lo mismo que hay fines de semana donde no hay mucho que elegir en esta ocasión hasta se solapaban algunos de ellos y obligaban a elegir.
Esto me ha sucedido con la marcha reivindicativa a la Venta de Borondo, una cita ineludible para mí en otras circunstancias, pero a la que no he podido asistir por un motivo especialmente importante, el Memorial Crisanto Peral, donde uno ha de estar cada año en agradecimiento al tributo que el Club Sinllel ofrece a la familia de Crisan, a nuestra familia, en un acto sencillo pero que entraña mucho de dolor, memoria y alegría. Dolor, porque no es fácil reponerse de algunas pérdidas sabiendo el hondo hueco que nos dejaron; memoria, porque nos lleva a recordarle tal como era, con ese carácter y determinación que tenía, con sus bromas, su manera de desenvolverse y de darse; alegría, porque son muchas las personas que están allí que le conocieron, que compartieron su misma afición, que piensan en él por lo que le echan en falta en momentos así y comprendes que recordarle desde lo bueno que dejo en todos es la mejor manera de no olvidarlo nunca.
Hubiera preferido que no coincidieran en el tiempo. De hecho el Memorial venía de una suspensión de la anterior fecha, pero dada que mi prioridad estaba con los mios lo cierto es que durante la mañana no dejé de olvidarme del centenar de personas que se acercaban a la Venta de Borondo para reivindicar una solución a este bien patrimonial y, al tiempo, conocer de buena mano esta edificación a través de David Cejudo que, en este momento, puede ser la persona que más conoce la historia y avatares de su situación. Por cierto, felicitar a FEDADA por liderar esta iniciativa.
Por eso me ha alegrado ver, a través de facebook, el amplio reportaje de mi amigo Juan y la crónica de daimiel.es sobre el éxito de esta actividad que, espero, pueda ser un primer paso firme para salvaguardar este monumento, que lo es, a pesar de que se nos hayan instalado serias dudas de que pueda sobrevivir a la dejación y la incompetencia de la Junta, visto ya que para los propietarios resulta una quimera conservar el edificio y que han mostrado disposición a su cesión o venta.
Habrá quien crea que algo más de un centenar de personas es poca cosa, puede que sí, aunque conociendo la fuerza movilizadora daimieleña las cifras son casi de escándalo de buenas. Cifras similares a las obtenidas por !Salvemos Las Tablas, ya! y superiores a casi cualquier convocatoria de tipo reivindicativo que no tenga como espacio la Plaza de España, a donde parte de la gente llega por pura curiosidad.
Y es que esa es otra, Daimiel es, en este sentido, un pueblo con paupérrima alma reivindicativa, con mínima capacidad de aunar voluntades ciudadanas. Si no somos capaces de movilizarnos por lo nuestro ¿qué otras cosas nos van a pedir?, ¿quién va a esperar de nosotros fuerza para luchar por nada cuando lo perdamos?.
Pero ese es otro tema, al que ya volveremos. Más de un centenar de personas quisieron estar en esa cita por salvar la Venta de Borondo y solo cabe más de un centenar de agradecimientos por saber y querer estar allí y dar el valor que merece a un edificio singular con riesgo de perderse.
(foto de Raul Astilleros, en facebook)
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