El miércoles por la noche, regresando de Madrid, compartía vagón con Carmen Quintanilla, presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso y diputada popular. Un día después leía sus declaraciones, tan clarificadoras, y que reproduzco aquí:
"¿Está de acuerdo con que Sanidad deje fuera de la reproducción asistida a las mujeres 'solas' y a las lesbianas?
Ha sido una decisión de la ministra de Sanidad, pero en ningún momento se habla de lesbianas. Se dice que no se va a hacer reproducción asistida a mujeres que no tengan pareja, eso es lo que dice la legislación.
¿Por qué? Porque es muy cara y porque antes de reducir un tratamiento oncológico, que cuesta mucho dinero, se reducen otros costos sanitarios, como la reproducción asistida. Cuando salvemos esta situación de crisis, volverá a ponerse para todas las mujeres.
¿No rompe eso el principio de igualdad?
No. Eso no es un principio de igualdad. Es un privilegio que había reconocido la legislación sanitaria en España. En este momento cuesta muy caro y ese privilegio se quita. Es que algunas veces confundimos privilegios con derechos.
Los derechos son derechos...
Los derechos son derechos fundamentales reconocidos en la Declaración de los Derechos Humanos, en la Constitución española y en las leyes. Lo otro es ampliar unos tratamientos. La reproducción asistida pública es muy cara. Tú te la puedes hacer, pero privada."
Acabáramos, resulta que tener hijos, cuando no se puede por causas naturales, es un privilegio y por lo tanto solo debe reservarse a los privilegiados porque son estos los que se lo pueden pagar. Bien, muy bien, en un país donde la tasa de natalidad es de las más bajas del mundo y del que todos los especialistas avisan que constituirá un gravísimo problema social, ayudar a que personas tengan hijos en la manera que pueden tenerlos es un privilegio.
Es más, en un país donde, según el último dato, por primera vez en décadas los fallecimientos superan a los nacimientos, querer tener un hijo cuando nuestra naturaleza lo impide es un privilegio que se ha de reservar a quienes se lo puedan financiar.
Un país cuyas políticas de familia son tan pésimas, a pesar de existir avances en las últimas décadas, se queja después que nos enfrentamos a una pirámide de edad invertida que hará que trabajemos durante más tiempo, que tengamos un sistema de pensiones insostenible, no solo no estimula con medidas favorecer la natalidad sino que castiga a muchas familias a no tener descendencia si no lo pueden conseguir por sus propios medios o mediante talón.
Pero además utiliza la trampa de compararlo con los tratamientos oncológicos que, evidentemente, tendrían la preferencia del personal, como si estos recursos se estuvieran sustrayendo solo a esos casos y como si no supiéramos que se está gastando dinero público en otras muchas cosas menos importantes que favorecer la natalidad, incluso la reproducción asistida, marcando que las mujeres solas o las lesbianas, según la mentalidad conservadora, no lo merezcan.
No diré nada más del resto de temas y las declaraciones de Quintanilla para no extenderme. Vale el fragmento expuesto para comprender lo clarificador del pensamiento político que nos gobierna. El que pueda que se lo pague, esto u otras cosas, y para el resto... ¡pues está claro!.
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