En unos días, si se sigue el procedimiento normal, saldrá la Orden que regulará la admisión de nuevos alumnos para 2º Ciclo de Ed. Infantil, Ed. Primaria, Ed. Secundaria Obligatoria y Bachillerato, y que ya tiene fechas, como se puede ver en el cartel anunciador:
Una de las novedades que se quiere introducir en este proceso es el de la Zona Única, eliminando las zonificaciones existentes y que hacía que cada centro educativo tuviera una zona de influencia específica que premiaba en la baremación la proximidad a ese colegio o instituto. En Daimiel, por ejemplo, existían cinco zonas para Infantil y Primaria, una por cada centro público, y dos para E.S.O. y Bachillerato, también uno por cada centro público existente, mientras que el centro concertado de la localidad disponía ya de zona única para las enseñanzas que desarrolla.
Cierto es que esas zonas, fijadas hace tiempo y modificadas puntualmente, no siempre se correspondían fielmente con las elecciones de las familias, que en ocasiones optaban por otros centros colindantes y no con el que les correspondería por domicilio pero lo cierto es que sí ocurría en la gran mayoría de los casos y, eso sí, se salvaguardaba para todos la opción en igualdad de optar por un centro concertado.
Ahora se introduce un elemento nuevo que pretende, lo entiendo así, posibilitar cualquier opción en igualdad de condiciones a cualquier familia pero convierte en decisivo un elemento como la renta familiar sobre otro, la proximidad, que si se da una gran demanda de solicitudes puede provocar situaciones molestas para las familias que pueden ver que viviendo junto al propio colegio puedan ser desplazados hacia otro más lejano. Claro que esto tampoco es nuevo y ya sucedió en otras ocasiones con el sistema anterior.
Pero el elemento que incardina este cambio, junto al aumento de ratios ya en vigor, es someter a los centros a competencia, obligar a que entren en una dinámica de venderse, de tratar de atraer a los futuros alumnos ofreciendo su excelencia, sus mejores servicios y resultados. En definitiva, introducir algo hasta ahora inexistente y que puede tener tanto de bueno como de malo. Porque hay quien cree que de esa competitividad mejorará la enseñanza, abducidos por mejorar el ranking, pero otros creen que acaso mejorará sólo en lo aleatorio y no en lo esencial. Y por otro lado, y dado que el número de posibles alumnos no es suficiente para completar todas las plazas ofertadas, existe la posibilidad de que se abra las puertas a más supresiones que lleven, a corto y medio plazo, a extinguir líneas o incluso colegios si la demanda de esos centros no alcanza cifras altas (más de 15 o 16 alumnos) y en tal caso serían reagrupados en el mismo centro o desplazados a otro, cuando hasta el año pasado existía una armonización de plazas en todos los centros y sólo una demanda muy baja obligaba a dichas supresiones.
No es que esté en contra de la zona única, ya colaboré a implantarla en una localidad vecina hace quince años, pero no acabo de ver que eso sirva para mejorar casi nada.
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