He sido, y sigo siendo, cliente de Bankia desde el mismo momento de nacer, más de medio siglo desde que me abrieron una de aquellas cartillas de cien pesetas con la que la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid recibía a hijos de clientes. Nunca he dejado de tener cuenta en esta entidad y en cuanto a mi experiencia personal tampoco encuentro demasiados motivos para romper esta relación. Por ella han pasado mi crédito para un primer coche, mi hipoteca, mis recibos domiciliados, mis nóminas, y no tengo queja de ninguna de las personas con las que he tratado en mis innumerables visitas a la oficina.
Sin embargo desde hace muchos años torcía el gesto por la intromisión política en entidades como ésta, con la gestión plagada de intereses, y eso sin saber como una entidad aparentemente poderosa estaba siendo pasto del politiqueo rancio, el amiguismo, la falta de criterio, por no decir palabras mayores que describirían mejor mucho de lo que se ha hecho allí y que las sentencias y los procesos judiciales van perfilando.
Ya como Cajamadrid, luego como Bankia, uno tiene la sensación de que sin esa chusma aprovechada de políticos colocando peones, sin esa vergonzosa posición de autismo interesado de los órganos de control controlada por otros peones políticos más, la vieja caja no hubiera llegado a niveles de putrefacción que hasta contaminaban a muchos de sus trabajadores y que han derivado en escándalos de los que apenas conocemos porque otros peones políticos desde los medios y ciertos órganos judiciales no parecen querer ventilar toda esa porquería con la velocidad y eficiencia que requeriría ese cuasicadaver resucitado con intensas transfusiones rescatadoras.
Pero lo que quiero traer aquí es esta noticia que aparece en Lanza y que añade cuatro sentencias más, tres desde los juzgados de Daimiel, donde deja al descubierto todas esas miserias en la forma de colocar preferentes a algunos de los clientes que, afortunadamente, podrán rescatar un dinero colocado con mentiras, trucos, ardides, hasta el punto de poner de manifiesto que no solo había desconocimiento en dichos clientes sino que había empeño de la entidad en promover el propio engaño.
Al menos a uno le queda la esperanza de que la justicia más cercana, esa que está menos a expensas de la meritocracia ante los políticos y la zanahoria de la promoción protegida, sepa ser justa y no se plegue a otra cosa que la verdad.
Pero a lo que iba, no dejen de leer los cuatro casos que se describen en estas cuatro sentencias contra Bankia que aparece en el diario provincial. No tiene desperdicio:
http://www.lanzadigital.com/actualidad/bankia_tendra_que_pagar_223000_e_a_cinco_afectados_por_las_preferentes-64295.html