Se nos vendió como un gran logro, casi como si le hubiésemos dado el timo de la estampita al Ministerio de Fomento: Conseguíamos que la circunvalación pasase a titularidad municipal y nos soltaban, creo recordar, tres millones de euros. Negocio redondo, nos dijeron, aunque no terminábamos de saber qué ventajas tendría para Daimiel dicha titularidad.
Sabemos que el dinero no duró mucho, pues era lo que ocurría siempre, y entre hendiduras por decenas para disminuir la velocidad y el intento de taparlas luego, las rotondas, etc... se esfumó rápidamente.
Ahora que paso por ahí lo cierto es que se construyó bien, con un firme que está durando mucho más de lo esperado, pero ya se aprecia que pronto requerirá trabajos sobre el firme, renovación de señalización, limpieza de cunetas, etc... y me temo que el vendido como gran negocio correrá el riesgo de convertirse en un marrón de cuidado, dada la situación de las arcas municipales y el coste nada pequeño de algunas de las tareas que habrá que emprender. Y es ahora cuando los augures, entre los que me encontraba, veremos si terminamos, a nuestro pesar, teniendo razón y aquello fue el peor negocio del Ayuntamiento de Daimiel, y no porque supere a Emumasa o a la deuda global sino porque aquello ya estaba construido, no necesitaba de municipalizarse y aquellos tres millones de euros olía a zanahoria envenenada y más vista la rapidez y facilidad con la que Fomento se desprendió de su gestión.
Sí, esta es otra herencia, con cargas, a la que ya no se puede renunciar pero que, a medio y largo plazo, nos pesará salvo que la sometamos al abandono.
Lo dicho, el mejor-peor negocio de Daimiel, el chollo-bluff.