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miércoles, 6 de julio de 2016

"DEBERÍA TRABAJARSE DESDE LOS PAÍSES DE ORIGEN PARA QUE NO SE GENEREN ESOS PROBLEMAS MIGRATORIOS" (Página nº 3736)

La frase de Leopoldo queda muy bien pero, desgraciadamente, no vivimos en un mundo ideal y queda como un canto al sol. Claro, si los países arreglaran sus problemas no habría migraciones, pero no solo las causadas por la guerra, tampoco las ocasionadas por la economía, y esas no las producen las dictaduras solamente.
 
En realidad la frase esconde otra realidad: nos molestan los inmigrantes. En Reino Unido ha sido uno de los valores esgrimidos por los vencedores del Brexit. En países como Hungría ya se conoce como actúan frente a ciertas migraciones. Europa prefiere pagar y colarles el problema a Turquía. Y en España solo nos interesa las migraciones británicas y alemanas porque llevan pasta.
 
La historia de la Humanidad es la historia de sus migraciones, a veces por ambiciones territoriales y otras por hégiras masivas buscando un futuro mejor. Pero, en general, carecemos de empatía hacia los inmigrantes de esta índole mientras preferimos mostrarnos acogedores con otro tipo de inmigrantes de bolsillo repleto que sí gozan de nuestra simpatía. Todos nos conciernen, aunque queramos hacer distinciones.
 
Pero lo que olvidamos es que la gran mayoría de los inmigrantes arrastran una historia compleja, angustiosa, y arriesgan todo ante un recibimiento generalmente hostil. De haber podido hubieran preferido quedarse en sus países pero la decisión más consecuente fue la de escapar, para muchos la verdadera y única alternativa.
 
Los ciudadanos muchas veces no eligen a quienes les gobiernan. Otras veces sí pero no sus políticas. Tampoco deciden las intervenciones militares de terceros, ni el tráfico de armas, ni el aliento militar y económico de fuerzas resistentes para socavar el poder no cómodo para las grandes potencias. Los ciudadanos son muchas veces las víctimas de todo ello y creer que en origen pueden solucionarse los problemas que hagan innecesarias las migraciones resulta bastante ingenuo.
 
No es lo que debiera, es lo que ocurre y ante lo que ocurre, ahora esa migración de refugiados que huyen de Siria y su guerra, la solución hemos de darla nosotros. De eso se trata.

lunes, 11 de abril de 2016

DEJAR LOS MUERTOS EN PAZ (Página nº 3575)

Supongo que debe ser fácil cuando los muertos no son los tuyos, cuando no hablamos de nuestros familiares perdidos en fosas comunes porque son los familiares de otros los que hayan allí enterrados. Pero puedo entender perféctamente que quienes tienen a seres queridos en algún lugar desconocido, como despojos de una guerra demencial, como todas las guerras, aspiren legítimamente a que se puedan recuperar esos restos, a saber de ellos y poder decidir lo que hacer después.
 
No entiendo por qué, después de tres cuartos de siglo, este tema suscita tanto debate y polémica. No la guerra, que podría entenderlo, sino la situación de todas esas víctimas enterradas a bote pronto en cualquier lugar y que para sus allegados es una herida sin cerrar.
 
Para mí todas las guerras se pierden desde el mismo momento en el que no encuentro sentido en ellas, pero una vez producidas lo que se necesita es cerrarlas y superarlas devolviendo la dignidad a todas las víctimas, sin dejar que los olvidos y las miserias terminen prevaleciendo y continuando el escarnio sobre muertes siempre evitables. Sin tener que hacer un espectáculo de ello me parece justo, pero también natural, que las familias puedan recuperar los restos de sus seres queridos, que puedan cerrar sus personales heridas, que puedan sentir que terminada esa guerra que multiplicó muertes, la mayoría inocentes, las profundas diferencias que la provocaron se van restañando y no se ceban en los perdedores, sean los que sean. Y para ello se necesita que el Estado facilite, ayude, ponga los medios para esta causa y, de alguna manera, que lidere esta iniciativa.
 
Yo, aviso, no tengo ningún muerto por encontrar ni enterrar. No lo he tenido. Pero tengo claro que mantener esa distancia, esa dejación, esa apatía, incluso esa negligencia para mantener la situación de abandono no es propia de un humanismo que debiera prevalecer siempre y que obliga a ser justos, a empatizar con los demás, a entender que lo mejor es tratar de restañar cuanto antes las heridas que no nos devolverán a los muertos pero no socavaran su dignidad de víctimas generalmente producto de unas circunstancias de las que no fueron responsables.
 
Es verdad, cuando escucho decir que hay que dejar a los muertos en paz me da la sensación de que solo hablan de los muertos de otros, como si los cosificaran, pero esos muertos tienen nombre y apellidos, familiares que no piensan en ellos como un número, y así es muy difícil creer que se les deja en paz ignorándolos y dejando que sigan allí donde estén, bajo toneladas de tierra desconocida. Quizá si dejarlos en paz consistiera en encontrarlos y devolverlos a sus familias ese concepto de paz fuera más aceptable, otra cosa puede ser lo que quiera ser menos paz.
 
 
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domingo, 27 de marzo de 2016

RECONOZCÁMOSLO, LOS DEMÁS NOS IMPORTAN UNA MIERDA (Página nº 3554)

No sé si habrá quien se escandalice con el título de esta entrada, que así, en seco, puede parecer exagerada, pero lo cierto y verdad es que los demás, y ahora acotaremos ese término "los demás", nos parecen importar bien poco y además tampoco paramos demasiado en disimularlo.

Los demás son todos aquellos que nos son ajenos en las distancias y en las circunstancias, que en esencia son la gran mayoría de la población mundial. Nos afecta mucho la cercanía porque, en el fondo, viene a decirnos que el peligro, el riesgo, lo tenemos demasiado próximo. Y nos afectan las circunstancias porque cuando sucede a quienes consideramos como"iguales" también nos aboca a ese sentido de riesgo, de proximidad del peligro. Para los demás, confesémoslo, ponemos distancia, enajenación, frialdad.

En estos días nos han conmocionado los atentados de Bruselas, entre cuyas víctimas mortales había una española y otros compatriotas están heridos. "Je suis Bruxelles" como antes "je suis París", embargados por la demencial acción de estos criminales fanáticos. Pero días después conocemos atentados en Irak, durante un partido de fútbol (al menos 26 muertos y 50 heridos) , o en  Yemen, con triple atentado (otros 26 muertos), y todos reivindicados por ISIS, o en Pakistán, junto a un parque, con al menos 63 muertos y 300 heridos. Pero más allá del lamento inicial no asistimos a nada parecido a cuando sucede, como digo, por cercanía o por circunstancias semejantes, como si estas víctimas fueran de segunda, o como si casi fuera lo normal, cuando la gran mayoría también pagan una situación que ni han buscado ni merecen, como las "nuestras".

Podemos intentar justificarnos pero en el fondo lo haríamos para no parecer insensibles al dolor ajeno cuando en realidad hemos enajenado a esta gente, hemos evitado cualquier rasgo de empatía con ellos como si su religión o su nacionalidad les hicieran más merecedores de ese dolor que el que puedan sufrir los europeos.

Las bombas en Yemen, Irak, Pakistan, Turquía, Siria, Afganistan, parecen rutinarias, como normales en territorios convulsos, pero la mayoría de personas ni quieren ni buscan ni provocan esas situaciones, son víctimas como cualquier otras de situaciones sobre las que no tienen dominio alguno y no merecen ser despachadas como casi casquería de guerra, pura estadística del combate. Igual que los refugiados, solo vistos como problema y tratados ahora por Europa con desprecio y como trueque interesado para sacudírselos de encima olvidando un pasado reciente en el que millones de europeos fueron eso, refugiados, ante el desamparo de guerras cruentas y demenciales.

Reconozcámoslo, social (también políticamente) los demás nos importan una mierda. Tengamos al menos la decencia de admitirlo siendo tan indecente que sea así.

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domingo, 18 de octubre de 2015

CAÑIZARES, EL CARDENAL VICTIMISTA (Página nº 3305)


No sé qué me resulta más decepcionante, si el cardenal y arzobispo que se descuelga con unas manifestaciones donde aflora la falta de caridad cristiana, el clasismo, la miopía social, la soberbia y hasta el fronterismo absolutamente incompatible con una religión de ámbito universal, o ese otro que tres días después se retracta pero a la manera de los chanchulleros, reclamándose víctima de manipulación, negando haber dicho lo que está grabado y reproducido por distintos medios y presentándose como un pobre individuo que ha sufrido un terrible linchamiento.

No sé qué me resulta más grave, si quien pretende sentirse avalado para decir esa serie de declaraciones como cardenal y arzobispo, pues por ese cargo estaba en ese acto, y por tanto como representante relevante de la Iglesia Católica, o ese ciudadano Francisco que visto el revuelo es incapaz de mantener y ratificar sus palabras y corre al recital de excusas donde pide un perdón con minúsculas pero nos suelta los clásicos de los metedores de pata: manipulación, victimismo, tergiversación.

No dijo una ni dos ni tres barbaridades, adornó su intervención con un ramillete de tremebundas afirmaciones dichas con su boquita, su tranquilidad y su jactancia, aunque solo algunas han comido titulares de prensa como ese "¿esta invasión de inmigrantes y de refugiados es todo trigo limpio?" referido a parte de los refugiados que piden asilo en Europa y que hoy han sido contestados por Elvira Lindo en su columna de El País de forma acertada:

"A esta pregunta, que hiela la sangre, habría que contestarle que, obviamente, no, no es todo trigo limpio en ningún grupo de seres humanos. Por tanto, no hay orgullo que valga en esta raza imperfecta a la que pertenecemos. No es trigo limpio todo cristiano viejo, ni todo español de varias generaciones, no fueron trigo limpio muchos de los alemanes de la vieja Europa, ni fue trigo limpio el Vaticano durante el nazismo; no es trigo limpio, como se viene demostrando, un sector indecente de la clase política; no fueron trigo limpio quienes encargados de administrar la prosperidad de nuestro país lo arruinaron en los últimos años no sin antes llevarse una pasta más allá de sus fronteras; no han sido trigo limpio, como bien ha reconocido el Papa, algunos abusadores de niños de la Iglesia Católica."

Tampoco me parece trigo limpio él queriendo negar lo dicho o presentarse como víctima en vez de decir simplemente que ha metido la pata hasta las trancas y desea pedir perdón o, está en su derecho, dar un paso adelante y decir que todo lo declarado en ese Forum Europa es justamente lo que piensa y por eso lo dice y no se retracta.

Evidentemente no toda la Iglesia Católica dice ni piensa lo que Cañizares, él es el dueño de sus palabras, pero ya que representa a esa misma Iglesia debería exigírsele mayor reflexión y prudencia antes de hablar y evitarnos el escarnio de escuchar tamañas estupideces.

Enlaces:






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jueves, 10 de septiembre de 2015

"HE QUERIDO PONER ROSTROS...", UN TEXTO DE PAQUI SILVA G. DE LEÓN QUE QUIERO COMPARTIR (Página nº 3273)



Hoy no voy a escribir yo esta entrada, voy a traer aquí la de una paisana nuestra, Paqui Silva G. de León, y lo que ha escrito en facebook sobre las imágenes de esa reportera golpeando y zancadilleando a un ciudadano sirio que busca escapar del horror con su hijo en brazos, pero también sobre mucho más que el propio incidente. Creo que no mejoraría su texto y prefiero compartirlo desde aquí:

"He querido poner rostro a los protagonistas de esas imágenes que nos llegan desde un país en el que se lo están poniendo especialmente difícil a los que han tenido el valor de enfrentarse, huyendo de la muerte y la guerra, a un camino difícil, incierto y dramático. Y lo hacen sin apenas nada más que sus pies para caminar y su deseo de vivir, llevando a hijos y nietos, padres y madres, incluso niños solos, siguiendo esa fila cada vez más grande que debería hacernos pensar en lo que les impulsó a dar un primer paso y después otro y después un millón más para llegar a lugares tan lejanos de un país, el suyo, que quizás nunca imaginaron tendrían que dejar.
Y lo hago porque cuesta creer, me cuesta creer, que se pueda ser tan inhumano, además de poco profesional, para actuar como lo hace esta reportera que aún no sé si buscaba una imagen aún más impactante, como quien coloca una piedra para encuadrar y componer mejor un paisaje, olvidando que no son piedras sino personas. O si tan solo se dejó llevar por un odio interno irreprimible al que dio rienda suelta, a cara tapada, olvidando en este caso en calidad de qué estaba allí en ese momento, de profesional de la información que ha de dejar sus fobias para más tarde.
También el del caído, con su hijo o nieto en brazos, que le pone facciones al dolor y la desesperación que muchos deben estar sufriendo.
Han dado la vuelta al mundo y otra vez más nos colocan en la difícil situación, si es que no se tienen claras las prioridades, de cuestionarnos en qué punto nos encontramos cada uno de nosotros, con quien están nuestras solidaridades y en qué ponemos el foco. Si miramos el dedo o el cielo, como decía en un artículo el otro día María Zuil.
Porque es fácil confundir esta huida hacia la vida y los problemas que plantea a los diferentes países a los que huyen con los problemas laborales, de empleo y de población empobrecida que esos países tienen en el interior de sus fronteras o con la migración laboral a la que muchos se ven abocados. Pero no son comparables en ninguna de sus vertientes ni aristas ambas situaciones, como no lo son peras y manzanas.
Pero tampoco son excluyentes. Comparten malas gestiones, prácticas cuestionables, intereses particulares por encima de los generales, malos gobernantes, corrupción generalizada, industria y venta de armas, traficantes de sufrimiento... una larga lista de despropósitos que llevan al sufrimiento de los ciudadanos, de las personas... a veces sufrimiento extremo. Y deben compartir soluciones, que naturalmente no serán tampoco idénticas, pero que habrán de darse porque las fronteras sólo existen en los mapas y los planos. Porque no hay frontera que contenga dentro a quien se encuentra en situación de morir o ver morir a sus hijos de forma rápida bajo una bomba o una bala o de lentamente morir de hambre por falta de trabajo o por un trabajo en términos de esclavitud.
Y me propongo a mi misma, como propósito inmediato, buscar el rostro de quienes luchan y trabajan, muchos muchísimos, para paliar tanto horror, para aliviar siquiera un poco tanto sufrimiento, para aportar un gramo de cordura cuando la sinrazón hace obligado este tipo de decisiones vitales. No hace falta irse muy lejos para encontrarlos, estoy convencida. A nuestro lado, cerca, seguro tenemos todos alguien que hace posible cada día la vida un poco más fácil a alguien."





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lunes, 6 de abril de 2015

CONTRA EL OLVIDO...MEMORIA (Página nº 3053)

Esta tarde alguien colgaba este comentario:

Mira Totem, hoy he visto parte de la historia que nunca nos cuentan:

"Españoles en los campos de exterminio, nombre a nombre, pueblo a pueblo."

http://www.cuartopoder.es/laespumadeldia/2015/04/05/espanoles-en-los-campos-de-exterminio-nombre-a-nombre-pueblo-a-pueblo/15804

Resulta que hubo cinco daimieleños que, además de sufrir el fascismo en casa, tuvieron la desgracia de acabar en campos de exterminio alemanes. Tres murieron allí, dos fueron liberados por los aliados."

Posiblemente la historia tiende a olvidar a las víctimas o reducirlas a un número, una cantidad, que permita asumir mejor o de manera más fría lo sucedido. Sabemos que fueron muchos las personas que escombraron con sus vidas todos esos episodios que narran lo peor de los seres humanos, gentes que nunca merecieron esos destinos y que ligaron su vida, voluntariamente o no, a esos episodios de guerra que han tachonado la historia de la humanidad para luego ser olvidados, como meros peones instrumentalizados por ambiciones con las que, en muchos casos, ni comulgaban.

Para ellos, en general, suele quedar la condena del olvido, cifras frías donde todas las vidas, motivaciones, deseos quedan arrumbadas para no ser tenidas en cuenta.

También hay gente que pelea por esa memoria, que recupera datos, que pone nombres y hasta rostros para batallar contra el olvido. Cuando no pensamos en cantidades sino en personas, en el impacto que debió producir en sus familias por saber o desconocer su suerte, las guerras, los crímenes, las aberraciones cometidas toman mayor gravedad y ya no pueden dejarnos indiferentes, aunque segura y desgraciadamente no puedan evitar nuevos conflictos armados y guerras donde otros muchos sigan muriendo sin ningún sentido.

En ese comentario se daba cuenta de cinco daimieleños que acabaron dando con sus huesos en campos de exterminio donde tres de ellos terminaron encontrando la muerte. Pero cinco es una cifra tan neutral que solo su condición de paisanos nos acerca más a su tragedia, y aún más el conocimiento de sus nombres y apellidos:



Hay muchos anónimos daimieleños que acabaron sus días en guerras donde se dirimían otras cosas más allá de sus propias motivaciones, gente de Daimiel que vieron truncadas sus vidas para pasar a ser estadística nada más y mucho dolor para sus familiares y allegados, y conviene recordarlos para no tener que volver nunca más a aportar nuevas víctimas entre los nuestros, para no tener que repetir errores ni sentir la impotencia de resolver con guerras lo que la propia guerra ya convierte en irresoluble y solo se decanta por la imposición de una fuerza sobre otra.

Mi suegro fue de la llamada "quinta del biberón", mi padre cumplió los dieciocho apenas tres semanas después de acabar la Guerra Civil y a punto ya de ser movilizado. Podían haber cambiado tantos las cosas con cualquiera de ellos víctimas de esa guerra si se hubiera prolongado que es más sencillo entender no las tragedias personales, que esas pertenecen a cada familia, sino la tragedia general que significa este sindiós que se baña de ideologías, odios y muertes y deja ese rastro de nombres que nunca deberían caer en el olvido ni la desmemoria.


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sábado, 9 de agosto de 2014

GAZA (Página nº 2644)

Está tan viciado el debate en España por el bipartidismo, el blanco o negro, que posicionarte sobre un hecho concreto de inmediato hace que te coloquen al otro extremo. Como la objetividad incomoda y la equidistancia puntual casi les ofende pues enseguida necesitan posicionarte al otro lado, que es una forma de condena, de rechazo, de castigo, pero la vida siempre es más compleja que todo eso.

Veo últimamente que cuando la gente condena la respuesta desproporcionada de Israel se le asigna la etiqueta de antisemitas o proterroristas, como si todo lo que pudiera hacer el Estado de Israel ya pudiera justificarse en virtud de lo que sufrieron de distintos momentos de la historia. Y si se te ocurre condenar los ataques de Hamas poco menos que eres un fascista redomado que defiende la opresión de los pueblos y la persecución de los débiles.

Es la necesidad de colocar etiquetas, casi siempre descalificadoras, porque en determinados ámbitos parecer antisemita o proterrorista, o en la otra punta, defensor de que se sojuzgue a pueblos inocentes, puede ser lo peor, y así ya no se necesita un acercamiento a un conflicto como éste con ojos no diré nunca que neutrales pero sí objetivos.

Ayer declaraba un palestino, creo que en el informativo de Antena 3, algo así como que los dirigentes toman la decisión de atacarse pero que los muertos siempre son ellos, la gente corriente y moliente, que está allí porque no puede estar en otro sitio, y la lista de muertos suma ancianos, niños, gente civil que no poseen más delito vital que haber nacido en esa zona de conflicto.

Me repugna por igual el terrorismo de Hamás, porque jamás justificaré ningún terrorismo, como la respuesta criminal e indiscriminada de Israel. Me repugna el silencio internacional cuando veo que determinados países tienen venia para cualquier cosa. Me repugna el papelón de la ONU. Me repugnan las respuestas a una situación que suma más culpables que los del propio conflicto. Me repugna que hayamos aprendido tan poco después de miles y miles de años maltratando la vida de este planeta. Me repugna que la vida de algunos valga tanto y los de otros valga una mierda. Me repugna que tenga que morir la gente por cuestiones territoriales sean del lugar de la Tierra que sea.

Gaza no va a dejar de tener ese papel en la Historia Mundial de la Infamia porque quienes compiten no dejan de ser infames, cargados de armas, odio y poco crédito en sus justificaciones. Las víctimas, la mayoría, no combaten. Quienes lo hacen no han pensado ni por un momento de verdad en ellos.

Pero ya digo, tan viciado está el debate que todos pretenden que te coloques a un lado u a otro. Yo solo veo gente muerta y nada por ganarse, y miro a un lado u otro con la misma tristeza e indignación porque aquí no hay buenos, únicamente sinrazón.

Y ahora pongan las etiquetas que prefieran.

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