Hace algún tiempo reflexionaba en broma que el mundo estaba mal planteado porque crear o construir algo era mucho más complicado y trabajoso, lento y costoso, que destruirlo, y eso hacía que la acción de unos pocos destructores tuviera mucha más repercusión que la de aquellos que habían dado su tiempo y su ilusión en forjar algo bueno.
En realidad, planteado como una broma, tiene bastante de cierto. Un incendio intencionado puede acabar con cientos de años de desarrollo de una zona boscosa; un vertido industrial puede acabar con la vida de un río, un atentado con el patrimonio arquitectónico durante siglos conservado y en cuya construcción pudieron dejarse años y vidas.
Pero es que la vida cotidiana es así, el trabajo de muchas personas, su afán por hacer las cosas bien, puede verse empañado por cuatro impresentables. Y lo mismo que hay multitud de excelentes daimieleños que trabajan cada día desde sus ámbitos para hacer mejor Daimiel una minoría de despreciables daimieleños se empeñan en deslucir ese trabajo.
Hay muchos ejemplos, como el tema de la quema de contenedores, el daño al mobiliario urbano, las pintadas, la dejación de los dueños de solares en su limpieza, etc... que parecen no apreciar el esfuerzo que hacen los demás por ofrecer lugares donde reciclar o depositar selectivamente envases y materiales para que puedan ser tratados y reciclados, o que no entienden el trabajo y coste que supone para todos dotar de mobiliario urbano de todo tipo nuestra localidad para el uso de los propios ciudadanos, o que no respetan fachadas manchándolas con estúpidas pintadas, ninguna con un mínimo de talento que las justificara.
Hoy mismo escuchaba a dos mujeres en la calle. Una señalaba el suelo y decía: "mira, aquí un trozo de plátano, ahí se han meao esta noche, ahí los perritos, y eso lleno de papeles y porquería. No es que esté el pueblo sucio, que lo está, es que somos unos cerdos" y la otra mujer le contestaba: "mujer, cerdos son unos pocos pero manchan por muchos". Y estoy de acuerdo, el pueblo parece sucio a pesar del esfuerzo por mantenerlo limpio, no solo con las brigadas de limpieza municipales sino con el trabajo de muchas personas que tratan de adecentar su trozo de calle, pero todo ese trabajo no luce en manos de una minoría descuidada, sucia, irrespetuosa con los demás.
Pero es que a veces trasciende, y esto es peor, porque hace daño y nos iguala con estos impresentables. Y digo esto por un párrafo sobre fans de Pablo Alborán, publicado en la edición sevillana de ABC, donde pude leer esto:
"En estas colas, dicen, han pasado de todo. «La gente nos grita cosas, se para... hasta ha venido la Policía a preguntar qué hacemos aquí».Pero esa es la cara amable. En un concierto de Alborán en Daimiel, la historia no fue tan simpática. «Habían puesto la entrada junto a las casetas, así que los borrachos nos tiraban palos y piedras. Hasta nos orinaron encima», cuenta una de las campistas por Alborán. Al menos en Sevilla de momento, lo único que les ha caído es lluvia."
Y me parece injusto que después de un trabajo impresionante para ese concierto, de su resultado excepcional, Daimiel aparezca así por uno, dos o tres impresentables, gente que no aporta nada bueno seguramente nunca y que son la vergüenza de nuestra ciudad porque no solamente hacen lo que hacen sino porque quitan valor a lo mucho y bueno que hace la gran mayoría. Y es que, vuelvo a la broma, el mundo está mal planteado y es una pena que el mal de unos pocos pueda tomar más relevancia que el bien de la mayoría.
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