Me consta que para algunos libreros de Daimiel el sistema actual es de su gusto, siempre y cuando se les abone en tiempo y forma por la Junta las partidas correspondientes. Saben que con el viejo sistema venderían más, claro, pero también les lleva al proceloso mundo de los pedidos a ciegas, las indeseadas y, en ocasiones, imposibles devoluciones, las reclamaciones, los retrasos en el servicio, el problema de los lotes incompletos, la imprevisión y hasta el conocimiento de los textos elegidos por los centros a última hora, y eso lo saben muy bien.
Ahora los centros tienen obligación, y la cumplen, de fijar los libros de texto en junio para poder generar los vales. Dichos vales se distribuyen en los últimos días de ese mes y han de ser sellados por las librerías donde se va a pedir, algo que hacen de inmediato. Estas librerías realizan los pedidos sobre el material y la cantidad exacta de los vales que se les han presentado y disponen, a primeros de agosto, de los lotes asignados a cada alumno, en el caso de 1º y 2º de Primaria, así como de los lotes por incremento de matrícula correspondientes a 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria así como los de la ESO. Me consta, también, que los libros de Infantil se piden por las familias con la misma dinámica pese a no entrar en el Programa de Gratuidad. Las familias, en ese mes de agosto y primeros días de septiembre retiran los lotes y los llevan al colegio en los primeros días de clase ya forrados.
Ahora, como sucedía antes cuando las familias querían adquirir los libros por su cuenta, los centros enviarán los datos a las librerías y puede que no de forma tan completa como ahora, con ISBN, lo que propiciará errores si no se hace bien. Las familias no tendrán obligación de comunicar a las librerías que comprarán allí sus libros y es posible que demoren la compra a septiembre, como sucedía mayoritariamente antes del Programa de Gratuidad, lo que hará que los libreros pidan menos lotes haciendo su previsión a la baja, dado que algunas editoriales no aceptan devoluciones, y obligará a nuevos pedidos con los consiguientes retrasos que incidirán en el inicio normal del curso.
Explico esto desde mi experiencia y conversaciones de muchos años con los libreros. Y entiendo que ellos, a pesar de que se pueda pensar lo contrario, aceptaban el sistema actual exigiendo, eso sí, que se les pagase sin estos retrasos inasumibles. Y tengo que decir que si el año pasado esperaron a octubre para poder cobrar el 92% de su factura este año, a 5 de diciembre, no han visto un duro y sólo les han ofrecido cobrar por adelantado a través de una entidad financiera con un interés bajo pero que lesiona, aún más, su economía.
Está clarísimo que en las condiciones actuales, con tan mal pagador como la Junta de Comunidades, les conviene que se libere la venta de libros de texto. Pero sólo por eso, porque la administración ha dejado de cumplir sus compromisos en los márgenes asumibles por los libreros en cuanto a demora del cobro.
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