No es que Podemos haya marcado el cambio pero algo está pasando en política y si Pedro Sánchez (42 años) o Eduardo Madina (38 años) aparecen en el horizonte inmediato para liderar el PSOE, hoy conocemos el paso adelante de Alberto Garzón (29 años) en IU como nuevo coordinador nacional y apuntando a liderar ese partido. O Albert Rivera (34 años) que ya comanda desde hace tiempo Ciudadanos - Partido de la Ciudadanía. A ellos, claro, añadiríamos a Pablo Iglesias (35 años), mientras se deshace el "souflé" o toma cuerpo y solidez.
Esto significa que el cambio generacional ya comienza a producirse, algo que sonaba a necesario, y aunque esto, por sí solo, no significa nada de nada, al menos puede hacernos creer que pueda ser para mejor, que la esperanza es lo último que se pierde y con gente crecida a lomos de una política llena de escándalos, la vieja guardia ni tan siquiera puede ofrecerla.
Ahora bien, entre estos "jóvenes" para el liderazgo hay algunos que apenas han pasado por una vida profesional desvinculada de sus partidos y eso, para mí, es una rémora. Otros, en cambio, sí que han tenido en su currículo mucho más que hilvanar bien con los "ascensoristas" de sus partidos y creo que eso es un plus interesante.
En el resto de partidos, con Mariano Rajoy (59 años) al mando del PP , Rosa Diez (62 años) con UPyD donde es ella y otros o Cayo Lara (62 años) aún al frente de IU, mantienen su apuesta por la veteranía y los corredores de fondo, que por sí mismo, tampoco significa nada aunque representen la continuidad de una forma fracasada de política española que no gozan, según encuesta del CIS, de la valoración positiva de los ciudadanos pues resultan todos suspensos.
Habrá que esperar acontecimientos y resultados pero, a priori, prefiero ese rejuvenecimiento, el paso a la reserva de los sempiternos y, desde luego, que salga gente competente, sin hipotecas políticas por el amamantamiento desde niños del partido, capaces de cambiar el rumbo, renovar la forma de hacer política y, lo mismo ya es soñar mucho, redefinir una democracia que persiga duramente la corrupción, apueste por la ciudadanía y su participación, recupere la independencia de los poderes y nos haga sentir orgullo de su tarea. Si me lo envolvieran me lo llevaba ya pero me temo que la ingenuidad pueda dar paso a la bobaliconería y no hay suficientes argumentos para pensar en un gran cambio a corto y medio plazo.
Ya veremos lo que da de sí el Plan Renove político.
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