Nunca pasa nada.
¿Y si sí?
Veo por Daimiel alguno de esos perros clasificados como de razas potencialmente peligrosas y tenía entendido que cuando son sacados a pasear por la calle la normativa obliga al uso de bozal, además de tener que ser conducido por la persona autorizada para ello y tener una correa corta, no superior a los dos metros. Eso por no hablar de las condiciones administrativas que exigen la posesión de una licencia acorde con una serie de requisitos particularmente exigentes. Como se puede comprender desconozco si algunos de los dueños de los canes que veo, y cuya raza es perfectamente identificable, cumplen o incumplen los requisitos pero lo que es inobjetable es que algunos de los perros encuadrados en esa clasificación de razas potencialmente peligrosas pasean por nuestras calles sin bozal y entiendo que lo que a mí o a cualquiera me nos resulta evidente no debería pasar desapercibido para los propios dueños y para quienes tienen que hacer que las normativas se cumplan.
No es una cuestión de perseguir, es una cuestión de respeto y civismo por las normas y las personas. Que los perros puedan ser paseados por espacios públicos me parece estupendo pero siempre atendiendo al cumplimiento de las obligaciones que deben asumir los dueños, y en el caso de este tipo de razas con mayor razón.
Hace muchos años, cuando compartía vivienda con un amigo en un pueblo de la provincia donde ambos trabajábamos, vinieron de visita sus padres y trajeron un dóberman. El animal, me contaba mi amigo, era muy dócil y parecía ignorarme. Pero entonces, cuando al presentarme a su madre fui a estrecharle la mano, el perro se lanzó a morderme la mano, objetivo que no logró por puro reflejo mío, que andaba mosca con el can, y sobre todo de mi amigo que tiró fuertemente de la correa evitando la dentellada. La respuesta fue que, pese a la docilidad, era algo celoso y había que tener cuidado evitando contactos físicos con sus padres.
El resto del fin de semana fue normal. El perro tuvo un excelente comportamiento aunque a mí me costó olvidar la cercanía de sus dientes a mi mano. Desde entonces no creo nunca a quien me dice que su perro, sobre todo si es de gran tamaño y aún menos de este tipo de razas, es inofensivo, tranquilo, dócil, cariñoso, y entiendo que si está regulado que se le ponga bozal para salir a la calle será por algo y no un asunto baladí.
Pues bien, algunos de estos perros, sin bozal, aunque eso í, con cadena, los vengo viendo por Daimiel habitualmente. No pasará nada...hasta que pueda pasar y si han de ir con bozal pues que lleven dicho bozal, que no conviene frivolizar con estas cosas.