Resulta que teníamos una unidad de referencia para este tipo de enfermedades perfectamente montada y que una decisión política, por aquello de los recortes, la desmanteló. La prevención, con todo lo que conlleva de formación, capacitación y experiencia, quedó marginada y apareció la improvisación. Sí, aunque duela, porque antes si surgía un caso o epidemia de algunas de estas enfermedades teníamos un centro de referencia activo y ahora se activa un centro, por lo visto a lo mecagüendiez, cuando aparece un caso, y la diferencia entre estar preparados por si surge y hacerlo surgir si aparece un caso es bastante grande porque hace que todo se desarrolle vertiginosamente dejando demasiado margen a las prisas, la improvisación, la formación insuficiente, la falta de medios y, como consecuencia, aumenta la probabilidad de errores.
Algunos pensarán que es muy fácil abrir a toro pasado pero, desde el primer momento, hubo voces discrepantes, gente experta que cuestionaba las decisiones y advertían de los riesgos, y el Gobierno, la Ministra, salieron rápidamente a la palestra para afirmar que riesgo ninguno, que los protocolos se cumplían a rajatabla, que el personal estaba perfectamente capacitado y que se contaba con los medios materiales necesarios. ¿A qué venía tanto alarmismo en un país en la vanguardia de las enfermedades infecto-contagiosas?
Luego viene la realidad, esa puta asquerosa que se empeña en dejar mal todo lo dicho, y descubrimos que muchas de aquellas declaraciones grandilocuentes no se compadecían con la realidad. ¡Vaya, resulta que había riesgos, contagios, falta de preparación adecuada, materiales para trabajar inadecuados, traslados discutibles, protocolos insuficientes!Vamos, que nos habían mentido nuevamente!
Creo que a estas alturas somos la risión del mundo occidental, servimos para la burla y el escarnio, le sacudimos un bajón a la bolsa y creamos la desconfianza, la incertidumbre y hasta el miedo en los ciudadanos y el descrédito allende nuestras fronteras. Y no crean que va a dimitir nadie, todo lo más culparán a la enfermera y a su perro, cerrarán filas para amparar a la pésima ministra que solo está ahí porque fue leal al presidente del partido y esperarán a ver si escampa.
Nos lo podrán pintar del color que quieran pero el espectáculo dado no nos deja demasiado bien, demuestra que de lo que sale por la boca de los políticos solo cabe ponerlo en cuarentena, aislarlo, desconfiar casi siempre. Como sus actos, porque traer a los misioneros sin las condiciones adecuadas objetivas fue una irresponsabilidad manifiesta además de una campaña de imagen que podemos pagar caro para un lucimiento efímero y fatal.
Lo peor es, a mi juicio, que todo este mundo de los cargos de confianza, del politiqueo de las decisiones, de la mediocridad elevada a capacidad de decisión, también nos trae todas estas cosas. Los políticos solo escuchan lo que quieren escuchar de aquellos que han nombrado para que les cuenten lo que desean oír y en esta maraña de enchufismos y sus servidumbres caben muchas de las explicaciones para entender el desastre que estamos viendo.
Y por supuesto las consecuencias que pueden representar. Ya hemos hablado de la bolsa, ahora veamos turismo, exportaciones... (ver la viñeta de Pat)
Por si aguno anda perdido hablo del Ébola y su gestión política.
¡Ah, se me olvidada, MATO DIMISIÓN!