La LOMCE de Wert aspira, se dice, a estimular la competencia entre los centros, con esa idea empresarial que gusta de rankings, cuotas de mercado y productividad. y que solo se les puede ocurrir a personas con escaso currículo docente, elemental conocimiento de dicha docencia y poca sensibilidad hacia la educación. Los colegios no son fábricas y nunca lo serán porque la realidad es otra y los chavales no son pegotes informes a los que tallar y son sensibles a muchas circunstancias. Además ese concepto ni sirve cuando las localidades tienen un solo centro educativo, que es el caso más frecuente en el medio rural.
Pero es que además no se han planteado comprender qué lleva a las familias a elegir un centro sobre los demás, cuando se da esa circunstancia, y ese sería el primer paso antes de colocarnos ese modelo competitivo entre colegios. Y yo, por experiencia, aquí en Daimiel, ya digo que el factor principal es la proximidad del domicilio al centro el aspecto principal, y después la vinculación de los padres o la familia con el colegio pues son muchos los que quieren que el colegio de sus hijos sea el mismo en el que estuvieron ellos. Si me apuran hay más factores disuasorios, muchas veces subjetivos y basados en cierto prejuicio, que elementos que atraigan especialmente.
Por otro lado cada centro tiene particularidades y condicionamientos que dificultan esa idea de competencia directa entre colegios, una competencia que además no existe actualmente y que sería casi impuesta a partir de esa idea errónea que contiene la nueva ley. Cada centro educativo tiene su carácter, su situación, sus instalaciones, su plantilla y sus medios, su tipología, su ubicación, su realidad social, y carece de autonomía necesaria, en la mayor parte de los casos, para entrar en esa dinámica competitiva con los colegios compañeros, y la ley tampoco esboza herramientas eficientes para aumentar esa autonomía salvo dos ramalazos que, curiosamente, ponen más énfasis en, justo lo contrario.
¿Imaginan que metidos en esa dinámica competitiva los centros pudieran seleccionar sus plantillas, elegir el alumnado libremente estableciendo los criterios que estimasen oportunos, alquilar sus instalaciones para obtener más recursos económicos o insertar publicidad en sus edificios? Puede que entre empresas estas prácticas sean las habituales pero no entre colegios públicos que no han de competir entre ellos sino que han de dar respuesta educativa a su realidad, optimizar los recursos disponibles y lograr los mejores resultados posibles compitiendo, en todo caso, y no me gusta el término competir, consigo mismos. Yo creo que ese es el camino exigible, mejorar cada colegio en función de todas las variables que influyen, con autoexigencia y compromiso, pero sin esta referencia a otros centros porque no jugamos ninguna liga y el objetivo no es ser los mejores sino ser realmente buenos en nuestra tarea educativa, ser competentes mucho mejor que ser competitivos.
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