Dos de los pilares sobre los que se sustenta la humanidad y que tienen en común mucho más de lo que parece. Veamos:
Los partidos políticos tienen afiliados que pagan su cuota pero deciden bien poco. Los equipos de fútbol tienen socios que pagan su cuota y deciden muy poco.
Los partidos políticos tienen sus acérrimos, los llamados fanboys que siempre andan a muerte con los colores. Los equipos de fútbol poseen a sus ultras que también andan a muerte con su equipo.
Los partidos políticos trabajan la cantera con sus juventudes, nuevas generaciones y otros filiales que alimentarán los cargos futuros y los clubes de fútbol tienen gran cantidad de equipos canteranos destinados a descubrir las futuras perlas futbolísticas.
Los partidos políticos están llenos de seguidores fieles pero también de arribistas que presumen de siglas cuando todo va bien y desaparecen cuando las cosas se tuercen. Los equipos de fútbol también tienen fieles y muchos que se esfuman en los tiempos malos o besan el escudo para que se les vea cuando la cosa va viento en popa.
Los partidos políticos, cuando gobiernan, compran voluntades y votos de grupos minoritarios para sacar adelante algunos proyectos cuando no tienen mayoría y los equipos de fútbol a veces compran a otros equipos para alcanzar sus objetivos de ganar o no descender.
En los partidos políticos mandan los presidentes, aunque luego aparenten que son decisiones colegiadas de las ejecutivas. En los clubes de fútbol mandan los presidentes aunque parezca que la directiva es la que toma decisiones.
Por encima de los partidos políticos están los poderes económicos y empresariales que tienen notable influencia en las decisiones que toman. Por encima de los equipos de fútbol están los intereses económicos de las televisiones y patrocinadores que condicionan horarios, fichajes decisiones.
En los partidos políticos se suelen mover comisiones. También en el fútbol con sus fichajes.
En los partidos políticos, cuando se gana, se van a los balcones a celebrar triunfos. En el fútbol se van a las fuentes porque carecen de balcones.
Cuando se va perdiendo en las encuestas los alcaldes y presidentes suelen prometer y embarcarse en proyectos costosos e innecesarios para conseguir el voto aunque luego no sirvan para nada y queden como monumento al despilfarro. En el fútbol se hacen fichajes de relumbrón aunque ni sean los que quiera el entrenador ni los que necesita el equipo y tengan todas las papeletas de ser un fracaso absoluto, todo sea por tratar de engañar al seguidor.
En los partidos cuando un político destacado (ministro, consejero, alcalde o concejal) se vuelve díscolo se le hace el vacío y desaparece de escena buscándole un acomodo en lo que se llama patada hacia arriba. En el fútbol se le aparta del equipo, se le manda a la grada y se busca una salida a otro club para tratar e recuperar algún dinerillo.
En la política se trata de tener de la mano a la justicia o los órganos de control colocando los peones fieles. En el fútbol los equipos presionan para que los del Comité de Competición tengan claro a quienes están juzgando en cada decisión.
En política los dos principales partidos políticos tratan de acaparar el sistema y repartirse el poder frente al resto. En el fútbol los dos clubes más poderosos tratan de que los derechos televisivos les engorden mucho más la diferencia con el resto de equipos para que toda la competición se reduzca a sus duelos particulares.
En la política se hace mucha negociación y mucho negocio económico de trastienda. En el fútbol los palcos y antepalcos son lugares de negociaciones y negocios de trastienda habituales.
En política hay veces que gana el mejor pero muchas el menos malo. En el fútbol también.
En política y fútbol ni los políticos ni los presidentes de los equipos suelen decir toda la verdad... ni un trozo.
En política y fútbol ni los políticos ni los presidentes de los equipos suelen decir toda la verdad... ni un trozo.
En la política los ciudadanos pagan y ellos cobran. En el fútbol los espectadores pagan y los futbolistas cobran.
En las televisiones la política acapara la buena parte de los espacios informativos. El fútbol otro tanto.
En política tratan siempre de colarla, de meternos un gol. En el fútbol colarla es el eterno objetivo, el gol la única ambición.
Cuando gana nuestro partido como cuando gana nuestro equipo nos creemos que hemos ganado nosotros, ¡bendita ingenuidad!
Podría seguir pero lo dejo. Así es fácil comprender que si aceptamos la normalidad de todo esto en el fútbol no pongamos pega a quienes hacen casi lo mismo en política.
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