Una de las cosas que más me llama la atención cuando tratan el tema de la familia Pujol es que en varios medios se dice que son gente con una profunda convicción religiosa, algo que ya he oído otras veces referido a los Ruiz-Mateos y a otros personajes metidos en corrupciones e incluso condenados por ello. Creo que para la verdadera gente con profundas convicciones religiosas no deja de ser un insulto que se ensalce esa característica en personas que por su proceder para nada demuestran dichas convicciones y más parece que quieran aprovechar esa fachada creyente para minimizar el efecto de sus acciones, salvo que su verdadera religión no sea la que aparenta y solo esté regida por el dios dinero.
Yo conozco gente con verdaderas convicciones religiosas, gente que se desenvuelve en la vida con un criterio real de respeto, comprensión, rectitud, honestidad, tolerancia, saber estar, y siempre con armonía con lo que creen. Son gente que anteponen sus principios a cualquier otro interés y se muestran coherentes en su acción.
También conozco gente con verdaderas convicciones morales aunque no procedan del ámbito religioso y que muestran la misma coherencia en su proceder porque lo anteponen como guía de su vida y de nuevo el respeto, la comprensión, la rectitud, la honestidad, la tolerancia y el saber estar asoma en sus decisiones.
Por ello no entiendo que de personas que mienten, ocultan, se apropian del dinero de otros, engañan, defraudan, ahogan a otros para su beneficio, se diga que tienen profundas convicciones religiosas. Es más, insisto, me parece una ofensa moral para los que de verdad sí las tienen y no se han pasado media vida o la vida entera choriceando, mintiendo, escondiendo, robando, estafando, al resto de los mortales por mucho que vayan a misa, tengan consejero espiritual, comulguen y quieran dar la imagen también falsa de lo que nunca van a ser.
Los Pujol, como los Ruiz-Mateos y como algunos de los procesados y condenados a los que se les atribuyeron esas profundas convicciones, representan con sus actos todo lo contrario de lo que definen esas convicciones, y además todo ello lo han hecho conscientemente, de manera continua en el tiempo y sin ningún deseo de frenarlo hasta que han sido pillados o cercados por las investigaciones. Sus "pecados" no son veniales como no lo son los de todos aquellos en las mismas condiciones aunque no confiesen profundas convicciones religiosas o morales. Son gente mala, torcida, peligrosa, perjudicial, y no por lo que digan sino por lo que han estado haciendo durante años y que va contra el resto.
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