En la noticia de daimiel.es Galo expresa su intención de repetir como candidato a la alcaldía por IU y la lógica dice que si él quiere casi habrá que contar con verlo finalmente encabezando dicha candidatura. Alega para ello que no entendería que su experiencia y la de su compañero en los plenos se dilapidara y puede que no le falte parte de razón si recordamos que cuando asumió por primera vez la responsabilidad de encabezar la lista IU de Daimiel casi era un erial tras la enésima fuga de gente al PSOE y si la primera intentona terminó en fracaso entendido como el no lograr representación lo cierto es que, desde entonces, han ido mejorando sus resultados.
Sin embargo, y es solo una impresión, las declaraciones en ese sentido suenan a que quizá no tenga tan clara su designación y pueda encontrar frente a la suya alguna otra alternativa que pueda desplazarlo de su deseo. Sé que para algunos yo debería saber lo que se cuece en esa agrupación local, empeñados en que por razón de amistad o me cuentan todo o yo mismo estoy en ese ajo, pero lo cierto y verdad es que ni formo parte, ni conozco los intríngulis ni tengo en mi amigo ninguna "garganta profunda" y por tanto desconozco cual es la situación, aunque es cierto que los doce últimos años de IU han sido continuidad y escasa variación de nombres en sus candidaturas y no espero que vayan a sorprendernos.
Ahora bien, ¿es Galo el candidato adecuado de IU para la alcaldía de Daimiel? Evidentemente tiene un gran número de simpatizantes y me parece que un número mayor de detractores, y por tanto es discusión de difícil resolución. Para algunos se muestra incisivo, incluso inquisitivo, descuidado en las formas, radical en las expresiones, furibundo, muy ideologizado y bastante idealista hasta el borde de la ingenuidad, y que no está a la altura que se espera de un edil y menos de un alcalde. Para otros se trata de alguien vehemente, apasionado, comprometido, inconformista y propositivo, que llama a las cosas por su nombre y aprieta, como a él le gusta decir, a los otros partidos por lo que hicieron y por lo que tendrían que hacer. Eso sí, no suele dejar indiferente a casi nadie.
Tras doce años de aspirante, y puede que cuatro más, no se sabe si ya la identificación de IU con Galo como cabeza visible es ventaja o rémora, si le queda electorado por ganar o ya es un obstáculo para progresar en apoyo. Él parece convencido de ser la mejor opción de IU y por eso aspira y reclama continuar siendo la referencia pero, a estas alturas, yo tengo mis dudas de que con él se esté cerca ya de tocar techo y, como mucho, alcanzarlo rascando el tercer concejal in extremis.
Puede, eso sí, que hasta ese tercer concejal, o repetir los dos actuales, les sea suficientes para ser decisivos en la designación de alcalde y el confíe en esa probabilidad para agarrarse al deseo de ser cabeza de lista. Pero también es cierto que si hasta ahora siempre mejoró sus resultados queda por ver si supera ahora esa reválida y de no hacerlo seguramente todos los ojos se dirijan a él como responsable.
Galo se postula, y es mucho Galo porque como personaje es excesivo. Las urnas, nuevamente, terminarán diciendo qué representa Galo para los ciudadanos daimieleños si termina por ser el candidato y sabremos, entonces, los pasos que dará a partir de esos resultados.
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