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martes, 29 de diciembre de 2015

EL VALOR DE UNA IDEA...Y LA IMPUNIDAD DE SU ROBO (Página nº 3414)

En la Historia del Diseño quizá no se ha asistido a una democratización tan amplia de su acceso. Cualquier persona puede dar cuerpo a sus inquietudes y las redes sociales hacen posible llegar a casi cualquier espacio para lograr presentar tus trabajos y comercializarlos, y así artesanos, profesionales varios, logran una penetración en el mercado que les abre internet o, por supuesto, encuentran cobijo en esa otra forma de comercialización convencional. Y todos ellos lo hacen a partir de una idea, un diseño que es fruto de su capacidad creativa pero también de sus muchas horas de trabajo. Lo que ocurre es que esa misma tecnología se vuelve contra los creadores porque pone en manos de otros esas mismas ideas y creaciones, los expone a la usurpación y el robo, que además suele resultar impune porque cualquier acción judicial es larga en el tiempo y costosa frente al valor real de lo sustraído.

Hoy mismo me encontraba en facebook con la indignación de Begoña, esta daimieleña responsable de BN Tocados que, poco a poco, se ha hecho un nombre en Daimiel gracias a su talento y creatividad. Indignación, tristeza e indefensión, ante algo que le había sucedido, seguramente más de una vez:


Las ideas, ya se ve, no están celosamente custodiadas por la legislación y es tan fácil como aprovecharse de lo ajeno con cualquier excusa y luego buscar quien lo reproduzca a partir de una imagen conseguida con engaño para rebajar un precio que solo beneficiará a los infractores, en este caso la supuesta clienta y la suplantadora de la idea que, como puede ser el caso, trabaja sin licencia, de "estrangis", y donde quien pierde es el autor de la idea y el valor comercial de dicha idea que queda diluida por el pirateo.

¿Y qué hacer?

Posiblemente sea difícil atajar estas situaciones porque, en algunos casos, será imposible conocer el caso de la copia. Pero cuando no es así, cuando alguien descubre que tu idea ya no parece pertenecerte porque alguien se la ha apropiado el camino de la denuncia, a día de hoy, se antoja  complejo y desalentador y con incierto final.

¿Entonces, qué cabe?

Quizá ser preventivo. En el caso de Begoña condicionar el uso de las fotos mediante un documento previo de conformidad en el uso de estas, limitar la posibilidad de realizar esas fotos, una denuncia no tanto por el robo sino por que quien reproduce el modelo copiado puede estar trabajando sin licencia de ningún tipo ni figura legal que ampare una labor por la que cobrará seguramente en negro.

Pero no lo olvidemos, hace poco se conoció que España es uno de los países más consumidores de productos pirateados pero, también, un importante productor de dichos productos que salen al mercado, y por tanto no es un buen país para las ideas, menospreciadas, desprotegidas, usurpadas, que hacen que muchísima gente, como la daimieleña Begoña, se sientan robadas, desprotegidas, pisoteadas.


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