Hoy, el comentario del parecido de Krahe y Alejandro, me ha hecho pensar en una cuestión que vemos con naturalidad y que no debiera serlo. Por supuesto nada que ver con la supuesta semejanza entre ellos y sí el recuerdo del último concierto de Javier Krahe en Villanueva de los Infantes y que hubo de cambiar de ubicación porque el alcalde infanteño no permitió que actuase en un recinto público.
Y es que en Daimiel, como en otros muchos sitios, ha ocurrido que se han perdido espacios privados y al final casi toda iniciativa cultural termina siendo organizada, tutelada o supervisada por la administración local que puede ofrecer los espacios, los medios de difusión de la actividad y hasta asumir los costes, por mínimos que sean, para llevar adelante la iniciativa. En definitiva se ha sucumbido al paternalismo político, el que haya en cada momento, para facilitarnos todo pero, de igual manera, para terminar desapareciendo ese peso de la iniciativa propia, independiente, fuera de circuito oficial.
Ojo, no digo que sea intencionado, que no lo sé, y que anide en en ese deseo de facilitar desde lo público casi todo una intención de control. Digo que apenas hay ya iniciativas ajenas a una intervención de la administración, ya sea cediendo los espacios, realizando la promoción de cartelería, dando subvenciones..., por no contar que son las propias administraciones las generadoras de la mayor parte de las actividades que se realizan en muchos de los sitios.
Por ejemplo, trato de recordar actividades del todo privadas y recientes acierto a recordar algunas exposiciones de pintura o fotografía en la corta vida del café El Olivo, creo haber visto una en el nuevo bar del Mercado, algunas actuaciones musicales o de monólogos en Bodegas Galiana, quizá la última presentación del programa de actividades de la Fiesta de la Vendimia aunque no estoy seguro de si hubo algún tipo de participación oficial, algunas exposiciones en las casas-museo de algunas hermandades de Semana Santa pequeños conciertos en algún disco bar en malas condiciones de sonido y espacio y no mucho más. O alguna iniciativa en la Sala Universal ¿se llama así? del Daimiel-1 Si me remonto puedo recordar exposiciones o presentaciones de libros en el Condecosta, el Paragüas, cosas puntuales en las que la iniciativa casi siempre partía del propio empresario y su concepto de ocio.
Pero las asociaciones, los grupos culturales, bien por comodidad, por falta de alternativa de espacios privados, por inercia o no sé por qué han terminado vinculando sus actividades a la infraestructura cultural del propio ayuntamiento. No ahora sino desde hace décadas, sin demasiada capacidad de sorprender y sin , aparentemente, mucho interés en desligar algunas de sus actividades de la tutorización municipal. Y eso, a la larga, creo yo, resta impulso, originalidad, atrevimiento, novedad y, sobre todo, hace que lugares privados que antes pudieron albergar ese tipo de actividades casi no existan ya porque ha desaparecido el interés en auspiciar ese tipo de actos y de ser promotores, catalizadores, animadores del panorama cultural menos oficialista o formal.
Por ejemplo, si alguien se plantease presentar un libro hoy en día en Daimiel tendría difícil encontrar un espacio privado que reuniese unas mínimas condiciones. Los hay, no sé si dispuestos a albergar ese acto, pero los hay. Sin embargo habría que remontarse mucho en el tiempo, años, si no me falla la memoria, para recordar una presentación de libros en nuestra ciudad fuera de un local público, con la presencia en mesa o la intervención de un político local y sin el amparo de publicidad o difusión previa del propio Ayuntamiento. Como si en el fondo ya hubiéramos creído imprescindible su tutela.
Yo, al menos, lo siento así, falta un poco de emancipación, de darle la vuelta a la inercia, de marcar el carácter diferente de la iniciativa para fomentar una cultura más independiente de todos esos factores, y sin que el Ayuntamiento tenga que renunciar a ofertar lo propio o a dar cobertura a las asociaciones que requieran de ese apoyo, que no achaco más esa tutela a la voluntad de los gobernantes que al dejarse ir de los creadores y dinamizadores de la cultura local.
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