Surgía en torno a la torreta de Los Pozos, con su simbología franquista, y más allá de lo que eso le confiere transcurrían los comentarios sobre lo importante que fue esa infraestructura que irrigaba el cinturón de huertas que rodeaba el casco urbano y la conveniencia de conservarla. Pero, por la razón o sinrazón que sea, ha sido suprimida y ha cortado un hilo interesante dentro del grupo Foro Historia de Daimiel.
Entiendo que esa simbología del yugo y las flechas molesten profundamente a algunos. No soy yo, sin embargo, de los que creen que acabar con los símbolos suponga otra cosa que eso cuando estamos viendo que en el corazón y la mente de muchos anidan todavía cuestiones que nunca se quisieron cerrar, y creo también que es mucho más peligroso observar cómo se justifican regímenes como si no hubiera importado todo lo que sucedió bajo ellos, siendo esto de la simbología casi lo menos trascendente, aunque lo sea.
Yo, particularmente, prefiero la luz y taquígrafos, justo lo que siempre faltó incluso en las democracias, y después de eso ser capaces de eliminar el prejuicio y entender la realidad para objetivizar las cosas y entender que más allá de esa marca ideologizante hay cosas que fueron importantes en un sitio como Daimiel. Y si es sin esos yugos y flechas, pues mejor, pero sin correr a demonizar cualquier circunstancia de un tiempo que conviene no olvidar para jamás ser repetido.
Y en esas estábamos, entiendo yo, cuando facebook, sin distinguir grano y paja, liquida la conversación que no era, en ningún caso, exaltación de nada y trataba de poner bajo el foco lo que supuso construir aquella infraestructura, en la que vivieron mi abuelo Agustín y sus hijos, uno de ellos mi padre, durante uno tiempo y que formó parte de esa vida daimieleña incluso para chavales como yo, que en aquella canalización encontramos lugar de baños y juegos mientras veíamos el agua servir de riego para, entre otras, las huertas que rodeaban mi barrio de "los Hotelitos", un vergel se siembras y hortalizas que nos alimentaba pero, que al mismo tiempo, lograba refrescar ese barrio en verano por la tierra ahíta de humedad.
Los Pozos, aquel enorme depósito, la torre y el resto de instalaciones, que yo conocí todavía en pleno funcionamiento, fueron tan importantes que no puede entenderse nuestra ciudad en aquellos años sin su existencia. Y eso, aunque le sobren yugo y flechas, no deja de significar que lo hiciera quien lo hiciera fue bueno para Daimiel y por tanto entendible que algunos participantes en la conversación defendieran su conservación.
Pero sobre todo estaría bien que de esa valoración no nos distrajera el dichoso símbolo anclado en la fachada de esa torre, como si vampirizase el debate, pues es mi opinión que sobran demasiados símbolos de todo tipo, placas diversas en las que figuren con relevancia personajes de todo tipo y ralea, cuando más allá de quien los inaugurase o decidiese, lo cierto es que fue el dinero de todos quien los financió y su utilidad y eficiencia lo único verdaderamente importante.
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