Es bien sabido que cuando un tonto inicia una costumbre se corre el riesgo de que miles de marmolillos le imiten con entusiasmo y cuando aquella primigenia vez alguien tuvo la ocurrencia de meterse en una fuente para festejar un triunfo deportivo todas las fuentes quedaron condenadas a la acción de esas turbas gritonas y, por su efecto, al riesgo de ser arrasadas, por lo que ya en muchos lugares se aisla y valla esos espacios para preservarlos del paso de esa marabunta henchida de entusiasmo, alcohol y vehemencia.
El caso es que, como era de esperar, la Manola no pudo aguantar ese envite ni los muchos kilos saltarines sobre el pequeño vaso en el que sustentaba, y ante el arreón seguro que muy festejado dio con sus pétreas carnes en el fondo de la fuente. Eso sí, nadie vio, nadie identificó, nadie quiso saber nada, ni siquiera los municipales y autoridades que se acercaron al lugar.
Lo que ocurre es que en el Pleno siguiente se demandó información y Díaz del Campo encomendó una investigación a la Policía Local para tratar de averiguar quienes fueron los responsables directos del daño y, lógicamente, pasarles factura de la reparación. No sé si se iniciaría tal investigación, aunque se afirmó que sí, pero nadie ha vuelto a saber nada de nuestros sabuesos locales ni de los resultados de sus indagaciones sobre el asunto, a pesar de haber testigos presenciales, grabaciones televisivas y hasta algunos vídeos de la celebración. Quizá porque desde el primer momento el Alcalde dio la sensación de no tener muchos deseos de llegar al meollo y conformarse con pensar que los daimieleños merecían dar rienda suelta, de esa manera, a su felicidad.
¿Qué fue de la investigación? ¡Investiguen!
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