Como antes pillaron a Federico Trillo:
No podemos extrañarnos, vivmos en Cojonlandia o en Gëvosquistan, que lo mismo da, un país donde los cojones, o los güevos, están a la orden del día, y lo que no se hace por ellos se deja de hacer por la falta de los mismos. Forma parte tan profunda del lenguaje que llega hasta la tercera autoridad del país, y lo mismo da que lo haya colocado allí Aznar que Zapatero, pues llegado el caso e ignorando los micrófonos, a ciertos presidentes del Congreso se les escapará la alusión atribulada de sus atributos.
Y es que en Cojonlandia o en Güevoquistan, que da lo mismo, se está cojonudo o acojonado, se hace por cojones o con dos cojones o se está acojonante, se te inflan los güevos o estás tocándotelos todo el día si no haces nada, las moscas son cojoneras y la risa nos descojona y, claro está, la ley, ¡manda güevos!, nos los pasamos por el forro de los...
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