Ayer, por la noche, mientras estaba compartiendo un poco de fresco y conversación en una terraza del Parterre una docena de ciclistas cruzaron a toda velocidad esta zona de recreo daimieleño. Provenían de la Plaza de España y parecían disputar una imaginario sprint especial situado junto a la Manola. Eran chavales ya creciditos, quince, dieciséis o diecisiete añitos seguro, desbocados en un juego estúpido que no tenía en cuenta que entre las terrazas jugaba todavía algún niño o que había aún personas paseando en un lugar que es precisamente para eso, para la tranquilidad y el paseo. Diez miutos después, acaso cuarto de hora, emprendieron de nuevo su particular etapa, esta vez en dirección contraria y a velocidad poco más moderada, sabiendosé impunes ante la falta de celo municipal y las relajadas ordenanzas puestas de adorno.
Según escuchaba a algunos habituales de la terraza eran los mismos chavales de siempre, los que una y otra vez circulan por las zonas peatonales a gran velocidad importándoles muy poco la seguridad de los viandantes y el cumplimiento de las normas.
Da igual porque yo mismo he denunciado varias veces esto en el Diario Improbable, como se puede ver en este enlace que, curiosamente, enlaza a otros más, incluido a una foto de Jal:
(http://daimiel.cuadernosciudadanos.net/totem/2010/06/01/bicicletas-desbocadas-hoja-del-diario-no/) y añado esta foto, real, hecha en la propia calle Virgen de las Cruces hace unos meses:
Y todo esto mientras la Concejalía de Tráfico y la Policía Local, a la par, dieron hace meses una rueda de prensa contándonos la milonga de que iban a poner especial énfasis en controlar este problema y explicando cómo actuarían en esas circunstancias. Si lo han hecho este Tour de Francia recurrente y a pequeña escala es el resultado.
Y lo hacen con recochineo.
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