Ahora resulta que la defensa de Camps pretende hacernos creer que los trajes los recibió en calidad de amigo, ¡que ocurrente!, como si debiéramos creer, vistas las relaciones empresariales del tal amigo Bigotes con la Comunidad Valenciana, que ésta fuera una puñetera casualidad y nada tuviera que ver en tan afectuosísima amistad. El problema es que si se admitiera la amistad como motivo ético de regalo abriríamos la puerta a la legalización de cualquier chanchullo en forma de regalo amistoso. ¿O es que no podría alguien regalar a un político una casa, un coche, un yate o un estupendo viaje alegando vínculos de amistad?
El problema es que sabemos que no es así y, además, que no debe serlo pues la condición de político que puede decidir sobre millones de euros impide que veamos con normalidad y benignidad este tipo de dádivas obsequiosas por parte de personas vinculadas, de algún modo, a empresas beneficiarias de sus decisiones.
Quiza lo grave es que algunos quieran creerse la venialidad del obsequio y prefieran ignorar la pasta choricera de muchos dirigentes, como Camps, poco celoso de las formas y que trata de convencernos de que su falta es menor porque el obsequio de los trajes tampoco es para tirar cohetes. Ese es el problema, no el montante del regalo sino la escasa fiabilidad de estos políticos para mostrarse tajantes en el rechazo de esas regalías interesadas. Y no me digan que todo el mundo tiene un precio porque entonces el del presidente valenciano es de los más bajos que se conocen y aún sería más lamentable que miles de personas confiasen en un tipo que vale media docena de trajes. Si no tenemos una clase política de nivel, que no la tenemos, si no somos capaces de darnos cuenta de que hemos puesto nuestra fe en estos mediocres y rectificar, no habremos de extrañarnos de que se vendan al mejor postor y terminaremos por ver hasta normal estas transacciones indignas con la excusa de una amistad.
Desde luego creo que todos estos individuos, procesados, sobran en cualquier lista electoral y la responsabilidad de que estén ahí sólo es de unos partidos indignos de confianza que los acogen y respaldan sin rubor.
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