AMAGO DE MOTÍN EN DAIMIEL (Página nº 1061)

No se puede negar que en los momentos de crisis suele salir lo peor de cada persona y por eso no antes sino ahora emergen con mayor fuerza reacciones que la bonanza económica y social lograban aplacar o diluir. Pero no es tiempo ahora y por eso, a poco que se deje, despierta el racismo y la xenofobia y parte de los ciudadanos vuelven sus ojos hacia los extranjeros como si fueran los culpables de la situación.


En Daimiel, aunque no lo queramos ver, también brotan esas actitudes y si antes estaban latentes hoy asoman vinculadas a los planes de empleo, y son varios los ciudadanos exaltados que se personan en el ayuntamiento reclamando que el trabajo sea para los de aquí y mostrando su peor cara, la que victimiza a los inmigrantes y pretenden negarles el pan y la sal de un trabajo que también necesitan.


Me consta que el malestar ha ido in crescendo, que los concejales batallan diariamente por hacer ver que las condiciones y baremos para la contratación son los que son y que ellos sólo tratan de aplicar la normativa vigente que establece el orden de contratación y sin atender, como parece razonable y constitucional, a razas, nacionalidades o credos.


Pero es más, han existido movimientos importantes para organizar una manifestación con el objetivo de reclamar el trabajo para los nacionales y, de paso, pedir la dimisión de la concejal que atiende los temas de empleo, un amago de asonada popular que, afortunadamente, se ha ido debilitando aunque todavía no se puede dar por sofocada. Y a mi entender ésta es una cuestión grave porque deja libres esos viejos demonios que gangrena la convivencia y hacen asomar sentimientos discriminatorios que resultan odiosos y abominables y que dan cuerpo a actitudes que ni se deberían plantear.


Y es que de nuevo caemos en lo fácil, nos desentendemos del verdadero origen político que está en las decisiones administrativas por encima del ámbito municipal, en las leyes desatinadas o movidas por intereses cuestionables, porque esas instancias son las que han alimentado el problema, y nos volvemos hacia los más vulnerables para dar cuerpo a una posición despreciable donde sale todo lo peor. Porque, en el fondo, el germen del racismo y la xenofobia estaban siempre ahí, esperando su momento, porque no dejamos de albergar sentimientos de superioridad injustificados y olvidamos nuestro pasado de búsqueda allende las fronteras tan legítimo como puede alimentar el sueño de los que salieron de su país para buscar una vida mejor aquí entre nosotros.


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