Por lo que sabemos el juez Divar, Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, se pasaba media vida en Marbella pasándole a la administración sus buenas dietas de hoteles de alto standing y restaurantes de nosecuantos tenedores con la excusa de encuentros reservados de carácter oficial y pillándose 20 viajecitos de jueves a domingo a los que se han conocido como "semanas caribeñas". No es raro que muchos pidan la dimisión de este hombre, comiéndose en dos cenas casi el salario mínimo interprofesional o pensión y media de alguna viuda.
Dice que tiene la conciencia muy tranquila, lo que sólo es una frase, porque desde luego ha dejado la conciencia intranquilísima a un montón de gentes que no comprenden que sus impuestos paguen las opulencias de políticos y ahora jueces. Yo, por lo menos, dejaré este sonetillo de luxe a modo de protesta:
El juez Divar se declara
tranquilo con su conciencia,
aunque quede en evidencia
un tipo con tanta cara
porque la cuenta está clara,
se daba gran diligencia
con los menús de excelencia
de a trescientos la cuchara
y en los hoteles de lujo,
que no era fraile cartujo
pues lo colaba en sus dietas
y así todos sufragamos
las juergas y desparramos
de este juez de las puñetas.
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