martes, 5 de junio de 2012

AGRAVIOS Y DESAGRAVIOS (Página nº 1067)



La moción para homenajear, a título póstumo, al pintor Ángel González de la Aleja, se aprobó por unanimidad. Era lógico que así sucediese y que Daimiel fuera capaz de ser generosa, o más bien justa, con uno de sus daimieleños destacados.


Pero ya que algunos se dedicaron a la exaltación a mí me vino a la memoria el agravio. Si algunos repitieron lo de los sendos murales en el Salón de Plenos y la residencia La Masiega yo quiero recordar el mural destruido del Bar España, la primera obra mural del pintor en Daimiel y para muchos, entre los que me incluyo, el primer encuentro con la pintura de Ángel.


Si lo pienso no era fácil, por entonces, encontrar una apuesta artística en un local de ocio. Pero allí estaba, ocupando una amplia pared lateral del bar más emblemático de nuestra localidad, "el bar", y junto a los veladores aquella imagen gigantesca acompañaba nuestras conversaciones y nuestros deseos. Allí mismo nació La Tarima, el grupo de poesía y teatro que animó la vida cultural daimieleña a mediados de los ochenta y que dio cuerpo a recitales, exposiciones, conciertos, presentaciones de libros y autoediciones de poemarios. Y allí también, bajo el amparo de aquel mural pintado por Ángel, quedaron muchos de los recuerdos que me ligaban sentimentalmente con aquel Bar España que ya dejó de ser cuanto fue.


Después vino la reforma, la destrucción de la pintura, la prevalencia del interés comercial de quien despreció la obra y nada hizo por salvarla, el agravio al pintor que conoció la dureza de ver su trabajo demolido ante la despreocupación casi general y la condescendencia administrativa.


Puede que los desagravios posteriores, esa obra del Salón de Plenos, o los homenajes por venir ayuden a perdonar aquella destrucción. Pero algunos tenemos difícil olvidar aquel episodio lamentable de ignorancia y conformidad con aquel error y afrenta.


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