"FRÍO, FRÍO, QUE YO NO HE SIO" (Página nº 763)

Lamentable sucede en estos meses invernales tras cada fin de semana o puente. Las aulas del colegio están heladoras. 10, 12, a lo sumo 14 grados en la mayoría de ellas que obligan a los alumnos a seguir las clases y trabajar sus tareas provistos de abrigos, bufandas y hasta guantes, algo bastante incómodo. Una construcción carente de los elementos necesarios de aislamiento y una gestión de las horas de funcionamiento necesarias en la calefacción equivocada, unido a noches de heladas, terminan por condicionar la actividad escolar en las primeras horas de la mañana porque los chicos y chicas se quejan repetidamente de ello. También los docentes.

Esto no es una cuestión de economía, o desde luego no exclusivamente, sino que tiene que ver con una falta de previsión atendiendo a las condiciones meteorológicas específicas de este invierno u otros parecidos. Porque lo que sucede ahora en este colegio, el Infante Don Felipe, ha sucedido repetidamente en esos años donde el frío asienta sus reales e impone esas heladas y casi nunca se ha sabido dar la solución precisa desde que se hace telemáticamente.

No es asunto de reclamar temperaturas de 24 o 25 grados pero estarán conmigo en que tampoco es aceptable confrmarse con la mitad e introducir ese elemento distorsionador que es el frío en el rendimiento de los chavales. Y reclamar una respuesta, una solución, no es otra cosa que algo necesario, incluso pasado ya lo peor.

Y me sabe mal porque, en general, los colegios siempre han recibido del Ayuntamiento un trato excelente y éste siempre se ha mostrado sensibles con las necesidades expuestas de su competencia. Pero en esto no se acaba de dar con la cuestión y lo cierto es que el frío, en cuanto puede, se adueña de las aulas en esos inicios de actividad docente tras los descansos del fin de semana o los puentes festivos, y así no se puede trabajar adecuadamente.