EL MAUSOLEO DE DAIMIEL (Página nº 716)

Habrá quienes no estén de acuerdo pero yo, sinceramente, cada vez que paso junto a él veo en esa obra el gran mausoleo daimieleño.

Quienes discrepen dirán que un mausoleo es un sepulcro suntuoso, lujoso, y que en Daimiel no hay nada semejante. Pero lo cierto es que yo no puedo desprenderme de esa sensación cuando paso al lado de ese Pabellón Ferial tan inútil e infrautilizado que ya ni para dar cabida a los carnavales sirve. Y tan clara es la sensación de que ese edificio sobrevenido y costoso no era necesario y carecía de contenido que su suntuosidad desprende olor a muerto porque en él se han enterrado un montón de dineros que hubieran sido más útiles en otros usos.

Sí, porque ese es el muerto, el dinero y las ilusiones enterradas en esa infraestructura que abre de vez en vez para una asamblea de regantes, unos ensayos generales de chirigotas y poco más.

Sólo falta una placa en la puerta que diga: "Aquí yace desde 2011 un dineral consagrado a lo inútil. Descanse en paz"



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