"El instinto sexual, puesto por Dios, tiene una misión altísima: Pero es fuerza que ha de ser encauzada por la educación. Esta obra educacional es función de los padres y muy particularmente de la madre. La obra de la educación sexual en la infancia es preparar el terreno para la pureza, para ello es preciso el crear en el niño una disposición del alma que le capacite para hacer frente al primer embate del instinto. La madre, en una continua vigilia, ha de apartar todo aquello que pudiera excitar prematuramente la fuerza sexual. Da normas concretas para la madre cuando observa anormalidad sexual en el niño. Con una exposición práctica, llena de delicadeza y de sentido sobrenatural, expone como la madre ha de manifestar al niño la función de la maternidad"
Este es el resumen de la primera de las tres conferencias que organizó la Sección Femenina en 1948 sobre la educación sexual de los hijos, a cargo todas ellas del Padre Ávila, y bajo la presidencia del Reverendísimo Prelado, y que llenaron el Palacio Episcopal con un selecto público femenino.
Aunque no sucede en Daimiel me he permitido sacar esta noticia de la hemeroteca para que se pueda apreciar el concepto que se tenía en la época sobre la educación sexual de los hijos y porque me llama la atención alguna expresión como ésta, que aparece en el resumen de la tercera conferencia, dedicada a la juventud: "prevenir a los jóvenes de los peligros a los que les puede exponer la inexperiencia de sus pocos años y las influencias malsanas del medio ambiente". Y es que ese medio ambiente poco tenía que ver con los que ahora entendemos.
La otra conferencia fue sobre "la mal llamada iniciación sexual", pero lo mejor es leerse la croniquilla del acto en cuestión pinchando sobre la imagen:
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"Con una exposición práctica, llena de delicadeza y de sentido sobrenatural, expone como la madre ha de manifestar al niño la función de la maternidad" ¿en qué consistiría eso de práctica y sobrenatural?, ¿polvo divino?
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