jueves, 26 de enero de 2012

HABLANDO DEL CASINO DE LA ARMONÍA (Página nº 687)

Uno de los hilos del Foro de Daimiel más activo en estos días es el de la situación del Casino de la Armonía y la discusión en torno a la situación de esa Sociedad a extinguir y el Ayuntamiento. No pretendo yo resolver nada porque sólo conozco los términos generales del acuerdo pero, como sigo con asiduidad dicho foro pues aprovecharé su actualidad para tocar este tema.


Mi padre fue socio del Casino durante algunos años. Acudía allí a tomarse el café, algo más barato, y leer algún que otro periódico. Los festivos iba con mi madre como sitio de encuentro, más que otra cosa, o como refugio social de invierno. Pero algunos años antes de morir decidió darse de baja. Lo cierto es que pensaba que, a esas alturas, aquella Sociedad carecía de contenidos, no era capaz de promover actividades y apenas subsistía como un ente rancio, demodé, sumido en la inactividad y la decadencia. Posiblemente esa es la impresión que yo también comparto, la de un grupo de resistentes sin más ánimo que la persistencia y sin más interés que la permanencia. Nada que ver con el espíritu que alentó su creación ni el dinamismo de sus mejores años.

El Ayuntamiento aprovechó sus horas bajas para ofrecer un acuerdo ventajoso a corto plazo para los socios y mucho más para el propio Consistorio a medio y largo plazo. La cesión de una parte de las instalaciones y servicios, la asunción de los gastos de luz, agua y calefacción del edificio y otros aspectos relativos a personal, mantenimiento y conservación, por un periodo de veintitantos años, y a cambio de algunas condiciones favorecedoras de la extinción de esa sociedad, parecieron contentar a todos.

Puede que ahora, en tiempo de crisis y deuda importante alguien vea esa situación como gravosa para las arcas públicas, un gasto poco convincente para mantenerlos el uso privado de estos "dinosaurios" con cierto toque clasista de exclusivismo. Pero supongo que los acuerdos deben hacerse para cumplirlos y aunque duela pagar tanta naftalina tampoco es responsabilidad de otros que quienes firmaron tal acuerdo para que algún día ese edificio albergue nuevas dependencias municipales que no sabemos siquiera si son verdaderamente necesarias o no.

Mientras, allí encastillados con su acuerdo, el tiempo no parece transcurrir. Pero pasa. Y el Casino dejará de ser como dejo de ser el Círculo, carne de hemeroteca u olvido.

¿*?

5 comentarios:

  1. los acuerdos hay que respetarlos, pero a que precio nos va a salir a los daimieleños el gasto que conlleva dia a dia el casino cuando su uso y disfrute es para un pequeño grupo de personas, máxime los tiempos económicos que corren

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    1. Tienes razón, pero cuando se firman acuerdos a largo plazo ya se sabe que las condiciones pueden variar de forma que en condiciones de ingresos como entre los años 2000 y 2008 ese gasto podía considerarse muy asumible y en las condiciones actuales suponer un gasto bastante lesivo para el Ayuntamiento e inaceptable ante asuntos de mayor prioridad. Pero, ¿qué hacer?, ¿incumplir el contrato y perder el derecho a lo acordado o cumplir la parte comprometida apechugando con un gasto ineludible a pesar de que aparentemente no compensa mantener las condiciones para que un grupo mínimo de personas dispongan de su coto privado?
      Es complicado, ¿verdad?

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  2. tambien pueden hacer lo que con el circulo, que el ayuntamiento dejó de pagar la prensa totalmente o al menos no comprar tantos periodicos, ya que con uno o dos tienen bastante y es un ahorro considerable, que yo sepa tienen cinco o seis periodicos diarios, por lo que supone unos mas de seis euros de media diaria en prensa, tu me diras si no pueden reducir gastos

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  3. de acuerdo con que los acuerdos hay que respetarlos, pero en su día el gobierno de la nación reguló por Ley el sueldo de los funcionarios y ya ves lo que hizo, rebajarlos.
    Pues lo mismo puede hacer el Ayuntamiento facilitar un local que sea mas pequeño ya que el numero de usuarios es reducido

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    1. Si yo el problema lo veo desde el punto de vista legal. En el caso de los funcionarios, y me vi afectado, aquella ley fue derogada o suspendida y sólo el conchabeo de unos tribunales obedientes sacó adelante aquella vergüenza. Pero aquí hay un contrato firmado por dos partes en unos términos que desconozco pero que seguramente no se puedan modificar en la forma que dices pues afecta al edificio y no otro y a que los socios sigan disfrutando de él en las condiciones pactadas. Aquel acuerdo, por cierto, me parece que se fraguó entre dos abogados: el alcalde Díaz-Salazar y el presidente del Casino entonces, Santos Herreros. Y no creo que dejaran demasiados resquicios para poder actuar ahora de esa manera.
      Para mí, eso sí, el Casino como tal ya no tiene ningún sentido pero no veo como resolver la cuestión.

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