Hace quince años tuve un accidente. Ni un rasguño, ni un dolor, pero el coche completamente destrozado tras un impacto con un poste y varias vueltas de campana. Estoy seguro de que el cinturón de seguridad me clavó al asiento y evitó algo peor que aquella chatarra. Quienes lo presenciaron tenían una cara peor que la mía pese al alivio de verme salir, sin ayuda, por la ventanilla del vehículo volcado.
No recuerdo lo que hablé con la persona que me auxilió en el trayecto a mi lugar de trabajo ni lo que yo dije. Posiblemente ambos explicamos lo que vimos pero ya no lo recuerdo. Ella era alguien a quien conocía casi de siempre, vecinos del mismo barrio, con vínculos de amistad entre nuestros respectivos hermanos, y que se ofreció en ese momento, y mucho se lo agradezco, para ayudarme en lo que necesitase.
Sin embargo nunca volví a hablar con ella de aquel momento, incluso habiendo oportunidad, y sólo hace unos días he conocido como vivió aquel accidente mío y de alguna manera como se percibió aquello con otros ojos que los propios, algo que me ha servido para entender un poco más la realidad cuando se te ofrece otra perspectiva del hecho y ayuda no a corregir pero sí a completar aquel episodio de mi vida.
No sé como hubieran reaccionado otras personas en su lugar pero creo que tuve mucha suerte, no ya en el accidente, sino porque fuera ella la primera persona con la que encontrarme, alguien familiar y preocupada, especialmente, por mi estado.
Y aunque creo que en aquel instante le dí las gracias, aunque como digo no recuerdo demasiado bien la conversación en aquellos minutos, escribo esto para, de nuevo, agradecerle, de corazón, toda su ayuda y compañia en esos instantes de aturdimiento y desolación.
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He tardado en contestarte porque hace tiempo que no he podido visitar tu blog. Reaccioné como cualquier otra persona lo hubiera hecho. Sólo recuerdo la angustia al verte dar varias vueltas de campana y el alivio que sentí cuando ví asomar tu cabeza por la ventanilla.
ResponderEliminarTe agradezco el comentario,pero estoy segura que tú habrías actuado igual.
Gracias Javier.