Tengo la teoría de que los localismos, como los nacionalismos, o el patriotismo furibundo, todo eso que parte de la hipótesis de que lo mío es lo mejor, es producto, a partes, de la inseguridad, la ignorancia y la envidia.
La inseguridad nos dota de una forma de defensa muy eficaz, volvernos hacia lo propio y sublimarlo como lo mejor. Eso tapa, de golpe, las principales vías de pérdida de confianza y aunque en el fondo sepamos que no es verdad exacerbar el orgullo por lo inmediato, lo conocido, lo nuestro hace que nos reconforte hasta tal punto que ya estamos para desdeñar lo de los demás. Y en ese juego entra, siempre, la búsqueda incesante de elementos singulares, la justificación de su excepcionalidad, para dar más peso a la convicción de que lo nuestro no tiene comparación con el resto.
La ignorancia es otro elemento importante para dar valor a lo propio. Si desconocemos lo de los demás es más sencillo sublimar lo nuestro, lo inmediato, dandole un carácter excepcional que seguramente no merecería en buena parte de las comparaciones. Quienes conocen bien otras realidades terminan relativizando el valor de lo propio y otorgándole, eso sí, un valor sentimental necesario pero nunca excluyente.
La envidia es el tercer punto de apoyo, a mi juicio, y esta vez como reactivo. Cuando somos capaces de apreciar la grandeza de otros diferentes, y hablo de aspectos culturales que son el alimento de los localismos, los nacionalismos y los patriotismos mal entendidos, suele aparecer antes la envidia que la aceptación. La envidia no sería mala si llevara a la competencia y la superación, si actuase como un estímulo de mejora, pero suele ocurrir lo contrario, como desistimos en esa tarea de superarnos caemos en el desdén de lo ajeno y nos refugiamos nuevamente en lo nuestro, territorio seguro tras el pescozón a la autoestima.
Por eso yo huyo de esos alardes, de ese exhibicionismo tontaco, de ese patrioterismo gañan. No considero que Daimiel, o Castilla-La Mancha o España sean la repera. Me conformo con pensar que estoy a gusto aquí, siendo todo muy mejorable, y que el mundo es demasiado amplio como para poner fronteras mentales tan estrechas.
*
Mi admiracòn por la exposiciòn tan brillante de los terminos que hasdefinido, lástima que al infravalorar al gremio de los gañanes, inconscientemente, has reconocido tu inseguridad, ignorancia y envidia. Has caído en tu pria trampa.
ResponderEliminarUn saludo.
No, hombre, no, utilizaba esa acepción de gañan más despectiva que está ampliamente sostenida en el lenguaje popular y no en un desprecio al gremio, del que formaban parte algunos de mis antepasados.
ResponderEliminarAcepto tu aclaración. Mis antepasados tambien fueron agricultores y, la verdad, estoy harta de escuchar esta frasecita, no se puede generalizar y yo estoy convencida de que en su forma práctica y sencilla de vivir la vida, había mucha sabiduría.
ResponderEliminarPor lo demás me ha parecido una exposición llena de coherencia. Felicidades.
emás, me ha parecido una exposición
La hora Chanante: encabronando a los agricultores desde 2002.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=ayKh9OdVAkY